El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
Quousque tandem
Hace años se hizo muy popular la Antología del disparate. Divertidísimo libro en el que un profesor de instituto recogía las contestaciones más desatinadas y absurdas de sus alumnos. Habría que retomar la idea, llevarla a la política y editar un volumen, que preveo grueso, en el que plasmar los disparates más sonados de quienes el azar sentó en el Consejo de Ministros. Ejemplos no faltarán. De prefacio, la vieja anécdota del telegrama del hermano de don Cirilo Cánovas a su hermana cuando Franco le nombró para Agricultura: “Te lo juro por la memoria de nuestra madre, Cirilo ministro”. Recordaremos a quien, al frente de Marina, preguntó, según la letrilla popular “si las velas de los barcos, eran de sebo o de gas” y a aquel otro que ante los destrozos provocados por el granizo se lamentó diciendo que “lo peor del campo es que está a la intemperie”. Por no dejar de lado el bichito “que si cae al suelo se mata” referido al causante de la colza del señor Sancho Rof o los “hilillos de plastilina” del Prestige del luego presidente Rajoy. Aunque el liderato indiscutible de frases hueras se debe al presidente Zapatero. Su inefable “la Tierra no pertenece a nadie, salvo al viento” compite con sus innumerables y erradas profecías negando la crisis económica.
Sobran momentos para editar un tomo dedicado al Gobierno de progreso incapaz siquiera de presentar un presupuesto. Pero creo que lo encabezaría la ministra de Sanidad. El celo radical provoca delirios y de esos sueños nacen monstruos. No contenta con explicarnos hace poco cómo hay que combatir el calor, se descuelga ahora con un proyecto de Ley en el que pretende combatir el consumo de alcohol en los menores eliminando la publicidad del mobiliario de los bares. No creo que los niños, al salir del colegio, se dirijan como zombies a beber sólo porque han visto un toldo serigrafiado con el logo de una marca de cerveza. Y además, le hace un roto a la economía del sector hostelero para nada.
Doña Mónica, que se presentaba como Médica y Madre, lo que le hizo ganarse el apodo de MeMa en redes sociales, añadió por gracia del señor Sánchez el Mi de ministra y ahora, por mérito propio va a florearse con el Mo de monja. Laica, pero monja. Porque no hay nada más monjil, pejiguera, moralista, escandalizable y liberticida que esta hornada de nuevos políticos del todo está mal, porque no me gusta. En el fondo, lo suyo es todo moralina de saldo e imposición de sus ideas. Son como las señoras del ropero de la posguerra pero con el puño en alto.
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