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Ignacio F. Garmendia
Turrones
El Festival de Cine de Málaga, en Español se ha despedido con su ramillete de biznagas bien regadas. Fuera de concurso se presentó en el auditorio del Museo Picasso el documental “Berlanga fanaticamente contradictorio”. Un trabajo realizado por Luis, su hijo mayor. En habla coloquial berlanguiano es un adjetivo que se refiere a una situación esperpéntica como las que mostraba el director de cine valenciano en sus películas. Del humor y la sátira, al costumbrismo y los diálogos brillantes escritos al alimón con el guionista Rafael Azcona. Lo berlanguiano se resume en la cotidianidad de las circunstancias pícaras y absurdas que vivimos con estoicismo ibérico. Lo berlanguiano sintetiza ironía, sátira y crítica con un enfoque, si no condescendiente, al menos compasivo, lo cual despierta ternura en sus pobres diablos protagonistas y actores de reparto míticos. Películas como Bienvenido Mr. Marshall, Plácido o el Verdugo, demuestran la tendencia cainita en la que él no la da es porque no puede. La Serie de la Escopeta Nacional retrata con sorna el período de la transición democrática en España. Unos chanchullos y trapicheos que son un chiste comparados con los escándalos birlibirloque de actualidad política actual. La escopeta Nacional es de obligado visionado en la escuela, nivel El Quijote. Decir una cosa y hacer la contraria. Eso entendemos por contradicción. Vivir en el puro antagonismo bipolar. El documental Berlanga fanáticamente contradictorio nos traslada a la vida y milagros creativos de un director de cine con etiqueta de flojo. Un vago incansable e hiperactivo con vocaciones dispersas: el dibujo, la escenografía y la decoración, la poesía y el erotismo o la vida familiar de un padre respetable. Desde alistarse a la División Azul y expedición rusa al anarquismo y señorío liberal sin despeinarse. Para eso hay que tener talento. También para contarlo. En Cenacheriland también somos expertos en contradicciones multipolares y andamos buscando el algoritmo para resolver los sinsentidos del presente. Cómo combinar el turismo masivo con la calidad de vida de los vecinos. Cómo potenciar el desarrollo económico lujoso evitando la desigualdad y fractura social. Cómo conjugar la modernidad ladrillera con la preservación del patrimonio superviviente. Cómo seguir siendo un referente cultural y salvarnos de la acosadora gentrificación. Cómo armonizar el ocio nocturno con la tranquilidad en el vecindario. Cómo mantener las tradiciones frente a la globalización. En efecto, también somos muy berlanguianos en un mar de contradicciones primaverales ;-)
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