Mariquitas lobo

Ahí estaba brillando entre las hojas de la esparraguera. Una mariquita con su capa roja de lunares negros. Redonda como plato de loza fina. Como luna de enero. Luna de gotelé con baches de cuesta empinada. Luna que se encarama a la pendiente del cielo y en cinco minutos señorea pinares y tejados. Luna de aullido y sirena de barco. Al atardecer el cielo de Cenacheriland es un mar de destellos con más aeronaves que barcos en el horizonte. En 2024, según AENA , el aeropuerto de Cenacheriland traficó 24.923.774 viajeros y 174.915 vuelos, con 5.998.006 equipajes facturados. Mucho movimiento celestial. Justo cuando otra alineación de planetas se nos viene encima: Marte, Júpiter, Venus, Saturno, Urano y Neptuno de seis en raya. Un fenómeno al que Torres Villarroel, El gran Piscator de Salamanca, le sacaría punta astral. Yo me conformo con un menú desastroso de placeres neotiesos. Más pegado al pie a tierra de paseíto y cafelito con churros domingueros. Antes de enfilar para la Cala del Moral y la ruta de las autocaravanas. Un paisaje con pátina cementera. Un no lugar con habitantes de morenez púrpura. Van a su barbacoa, su hamaca a pie de casa rodante y nomadismo ahumado de camping gas. Lo llaman libertad, aunque ese punto trashumante y rebelde causa aventurera sospecha, como todo lo divergente. Pasan las horas allá varados allá en su campamento. No muy lejos de las cuevas que poblaron neandertales concheros de costumbres primigenias. Una ensoñación de jubilación dorada. Volver a la fogata, contar estrellas y vigilar no te tanguen las bragas. Los autóctonos preferimos festivos de senderismo y bicicleta.

Encuentros con la naturaleza domesticada por carriles que conducen a ventorrillos en los que mojar pan cateto en yema de huevo frito con papas fritas. Caminatas cortas para abrir el apetito y atiborrarse de lomo en manteca en una sobremesa con vistas a la bahía. Hoy domingo el sol sale a las 8:34 de la mañana de canto de gallo y se pondrá a las 18: 17 de la tarde. Ganamos un minutillo de luz al día. La luna también despega y se esconde menguante con vientos gorilones. Será porque celebramos San Canuto, espero que no pase fatigas y disfrute como una mariquita en un esparragal escuchando a Bob Marley, antes de que venga febrero lobo, porque 2025 pinta feroz a pesar de lo que nos cuenten.