Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
El El paso a semifinales de la Eurocopa, por parte de la selección española, ha supuesto una enorme alegría para nuestro país y un toque de atención a todos los que claman contra las migraciones. El modelo de la juventud española es hoy Lamine Yamal, español e hijo de un marroquí y una ecuatoguineana, lo que muestra cómo ha cambiado nuestra sociedad y la importancia que tiene la atracción del talento para el avance de nuestro país.
Cuando Estados Unidos abrió sus puertas a la emigración masiva europea, desde el siglo XIX hasta el inicio del siglo XX, no podía prever el avance que esto le supondría. Más de 32 millones de personas llegaron a sus fronteras en busca de un futuro mejor, huyendo de la pobreza y de la miseria. Al principio hubo un enorme rechazo a esos irlandeses, italianos, rusos o escandinavos que vagaban por sus calles sin saber a donde ir. Pero pronto ese país se convirtió en un lugar de oportunidades, y aquellos que demostraron su talento fueron encumbrados como símbolos de una tierra que los acogía para que desarrollasen todo su potencial. Y eso convirtió a una nación poco industrializada y desertificada en una potencia mundial líder en el panorama internacional.
Esta transformación nos debe enseñar que España necesita miles, millones de jóvenes que, como Lamine, muestren su talento y apuesten por desarrollar su futuro entre nosotros. Si nuestra natalidad está bajo mínimos, y nuestra esperanza de vida sobre máximos, todo va a depender de esos movimientos migratorios que impulsen el recambio generacional y mantengan el estado de bienestar. De lo contrario, ¿cómo pretendemos mantener el sistema de pensiones, el impulso de nuestra industria o el consumo de la sociedad, si envejecemos a pasos agigantados?
Y en esta situación el ejemplo de Vox alcanza el ridículo más espantoso. Anclado en una insolidaridad sin precedentes, es capaz de volar todos sus pactos con el PP y cumplir con la política que el PSOE deseaba. Parece que ha olvidado que, después de romper en el pasado con Ayuso, perdió toda opción electoral en Madrid, ya que sus electores no le perdonaron esa convulsa política tan errática. Pero ese acercamiento a Putin, a través del apoyo inusitado a Orbán tras su ruptura con Meloni, los coloca en una posición complejísima. En España puede haber gente más de derechas o de izquierdas, pero en los extremos hay muy poco electorado. Allá ellos.
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