La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
La semana pasada nos sorprendía con una importante noticia: el aeropuerto de Málaga alcanzaba por primera vez en su historia la cifra de 20 millones de pasajeros anuales. El mayor aeródromo de Andalucía se sigue superando año tras año en tráfico de personas y mercancías, lo que es una muestra más de la pujanza de la provincia malacitana y de todo su entorno mediterráneo. Ahora que se tiene asegurado el público toca gestionar los recursos, pero ¿está la provincia dimensionada para ello?
El horizonte para el que fue concebido el aeropuerto malagueño, tras la construcción de su segunda pista, fue de 30 millones de pasajeros anuales. Parecía un objetivo lejano y prácticamente inalcanzable, habida cuenta de la multitud de factores nacionales e internacionales que se sucedían. Desde la pandemia hasta los desequilibrios inversores, pasando por guerras y conflictos, han hecho de su potencial crecimiento un camino plagado de obstáculos. Sin embargo la entrada y salida de pasajeros ha ido “in crescendo“ de forma continua y equilibrada. Hoy vivimos un ritmo de 45 despegues y aterrizajes por hora, y sus perspectivas de ampliación son muy alentadoras. También lo son los más de 120 destinos internacionales que se ofrecen y el interés de las compañías aéreas para que estas cantidades se incrementen. Por tanto, merece la pena apostar, con inteligencia y templanza, para que todo ello se consolide.
La capacidad de trabajo y negocio que exhibe el entorno de la zona aeroportuaria genera nuevos nichos de empleo, en concordancia con los mayores niveles de formación y conocimientos que la población va alcanzando. A día de hoy las cifras demuestran que frenar a Málaga es un objetivo imposible, por mucho que los celos interprovinciales e interregionales lo han intentado. La capital de la Costa del Sol vive un gran momento, logrado a través del esfuerzo de sus ciudadanos y del interés de sus visitantes, y esa inercia sigue marcando hitos. Quedan para el recuerdo los forzados traslados de los centros de control aéreo a otras capitales, los rifirrafes por los vuelos trasatlánticos o el anhelado enlace norte de la hiperronda, pero a pesar de todo ello, nuestro aeropuerto sigue creciendo. Por ello es mejor no despistarse en este exitoso camino ya que, como decía el escritor Paulo Coelho: “Las cosas empiezan a encajar con absoluta perfección cuando estamos concentrados en lo que queremos”.
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