Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Política decente
El espíritu creativo define determinados perfiles, tanto en su actitud como en su manera de mostrarse al mundo, unas veces impostada, otras, tan espontánea como deliberada. Los hay afables, maliciosos, altruistas, ególatras, opacados o pendencieros. Todos concentran alguna cualidad que los distinguen hasta conducirla hacia sus últimas consecuencias. Lo que tengo claro es que todos los que estamos en el mismo carro necesitamos escribir, pintar o componer. Nos puede serenar o espantar muchos de nuestros demonios. El creador auténtico no suele perseguir el éxito, fama u otras banalidades. En todo caso, reconocimiento. Con eso basta. En este sentido he de mostrar mi más sincero reconocimiento a la obra pictórica de David Sancho, especialmente a su apabullante currículum en cuanto a selecciones en múltiples concursos, quedando ganador o finalista – no podría enumerarlos por falta de espacio-. Ha participado igualmente en innumerables exposiciones colectivas e individuales y podría presumir de haber conseguido numerosos premios y distinciones. A David Sancho se le puede ver sentado en una terraza ante una taza de café con su aire de artista sereno. En su cabeza irá combinando ese raudal de colores que inunda su pintura hasta desbordarla. Lo más llamativo al respecto es que, aunque controle el amplio espectro de la gama de colores, tanto fríos como cálidos, lo primero que me transmite es serenidad, aunque considero que su pintura es heredera del fauvismo: Matisse, Derain o De Vlaminck; sin embargo, aprecio que David Sancho alcanza un nivel de abstracción excepcional. DS es un maestro del acrílico y el collage. Es un espectáculo de luz y color que el buen amante de la pintura no debería perderse.
Acudí a la emblemática y única Casa de las Navajas en Torremolinos con su distinguible estilo neo-mudéjar o mozárabe y su imperceptible ramalazo Déco. No sé si seré el único que lo perciba. No en vano se gestó en plena efervescencia de dicho estilo. Ahí precisamente podemos disfrutar de su obra.
Al penetrar en el espacio de la exposición pareciera que el entorno detonara en mil eclosiones de luz y color, absolutamente necesarias en estos días cenagosos. Esas gamas de colores se mascan a medida que vas de una obra a otra. Y te detienes en la menos abstracta y más figurativa, y no puedes dejar de recordar al Adán y Eva de Durero o Cranach. Se trata de una suerte de tríptico fascinante que nos reconcilia con el ARTE con mayúsculas. Y entonces comprendes perfectamente el título de la exposición, ya que, efectivamente estás “Mirando el jardín”. Podremos seguir disfrutando de este Edén hasta el 25 de enero. Imperdible
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