
Cambio de sentido
Carmen Camacho
Quiero que esto sea un ‘hit’
Uno tiene la sensación que se acumulan sucesos y acontecimientos de enorme gravedad, pero lo que palpita, en realidad, es el ruido y la furia. En medio, estamos nosotros contemplando el paisaje de un mundo que no entendemos y, lo peor, que no alcanzamos a ver y mucho menos a predecir. Escribir hoy sobre lo que nos pasa es, sin duda, componer diariamente una crónica desde la perplejidad. Lo que hacemos es pensar sobre la transición hacia un nuevo modelo de sociedad y algunos de sus problemas o tendencias sociales. Todo lo demás, no es más que contar un mundo en desasosiego.
Como ha escrito José Luis Sastre, “se está gestando un nuevo orden mundial y estamos en plena transición hacia algún lugar que nadie acierta a describir del todo, y ese rasgo distingue a nuestra época: la incertidumbre. O la inseguridad. Quizá así se entiende el éxito de quienes, aupados por el descontento, se ofrecen como los hombres que prometen que salvarán al mundo y le darán un rumbo. Resulta difícil saber dónde encajar en un escenario cambiante, en plena revolución tecnológica y en el que la conversación pública sigue ya las dinámicas que marcan las redes sociales. No valen los mapas para situarse porque, justo cuando se tiene el dibujo, cambia el mundo. Hace más falta que nunca saber lo que ocurre y, a la vez, cuesta cada vez más esfuerzo seguir la actualidad sin sentir cierto desasosiego o desánimo, sin que vengan las ganas de dejar de mirar y de aislarse. Estamos a un tris de que a la felicidad se llegue a través de la indiferencia, aunque de ensimismarse ?o de un proteccionismo de uno mismo, por decirlo en términos de ahora? no saldrá nada que resulte constructivo para la sociedad. Que igual ese es el propósito de verdad: no tanto cambiar la idea que teníamos de la democracia, sino de la sociedad. Puede, sin embargo, que por ahí se empiece: por decidir qué tipo de individuos vamos a ser. Por dar seguridad al mundo propio ante el desorden del mundo”.
Mientras, la incertidumbre política no es sólo la noticia con la que nos sorprende cada día Donald Trump, sino el momento actual de la extrema derecha en el mundo hoy. Cómo ha escrito acertadamente Andrés Ortega, “ahora son las ultraderechas y los hombres fuertes (no mujeres), contra la democracia y el liberalismo político y cultural. Veremos si las instituciones estadounidenses y europeas aguantan”. Ante lo que venga, “el centroizquierda, y especialmente la socialdemocracia, o el liberalismo entendido en su sentido estadounidense, tiene que renovarse, generar un discurso y unas propuestas de política de las que carece, frente a esa ultraderecha que crece. Ese discurso debe abordar cuatro temas que se interrelacionan: la tecnología, la inmigración, la desigualdad y la vivienda, y la batalla cultural”.
Abordar estos problemas seriamente constituye una reforma pendiente de la izquierda para poder abordar este mundo lleno de incertidumbre en que vivimos, combatir los populismos y afianzar las democracias frente a los problemas que padecen. Identificar los problemas y realizar las reformas y políticas necesarias son el único camino posible en este mundo lleno de desasosiego.
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