En el ojo del turrón

Entramos a la yugular de las fiestas navideñas. Estamos en el ojo del turrón. Son días de balance material y emocional. Refritos y resúmenes de cómo nos ha ido el 2024 con sus hitos caducados y mitos venideros. El mundo anda patas arriba. Anímese, está a punto de vivir el primer cuarto de siglo XXI. 2025, suena bien hasta en pitagórico, que para los que creen en estas cosas de la numerología si se suman todos los dígitos de 2025 nos sale la prueba del nueve, un guarismo asociado al planeta Marte, el de las movidas guerreras. Un futuro que marida con supersticiones de nochevieja en bragas rojas y brindis a la pata coja…Así nos pueden dar las uvas para atraer la fortuna. Nos espera más de lo mismo: paranoia con una crisis económica más, países a palos. Ardores bélicos y la amenaza del colapso climático-medioambiental. Aún así, en nuestra amada Cenacheriland turhistérica-festiva la vida se bambolea trolley y bandolera con las calles del centro a reventar. Una señora comentaba de dónde salía tanta gente. Se preguntaba si no tenía casa. No le faltaba razón. El asunto de la vivienda, los precios de los pisos es lo que más preocupa en el presente a los jóvenes que ven el futuro con terror sin techo a cielo descubierto. Se sienten defraudados. No son los únicos. Los viejennials pensábamos que a partir del año 2000 íbamos a ir vestidos con monos metalizados y los robots nos harían la cama todas las mañanas. Nos han dado un cambiazo de bolsillo. Ahora sólo llevamos a mano un artefacto en el que nos cabe toda la vida de los demás. Es el teléfono móvil. Una ventana a la comunicación instantánea en unos tiempos en los que los chaveas no hablan, se mensajean. Comparten bromas, emoticonos y vídeos chorras, fascinantes ladrones de tiempo y meditaciones. Estamos crujidos en el ojo del hojaldre, de las vacaciones, de las grandes esperanzas y muy ensayada felicidad forzosa. Se esfuma otro año haciendo cuentas acerca de los logros y desastres personales. Cada cual tiene sus indicadores y claves de su desempeño. Planes de futuro tuerto. Propósitos de año nuevo. Desde retornar a las pesas y pesares a dejar de fumar o aprender inglés, apuntarse al club de ajedrez y ganar la lotería. Jaque mate a la neotiesez. Vaya preparando su lista de metas y deseos. Puede que incluso se cumplan;-)