¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
Bloguero de arrabal
No es la orgía de la que habla Vargas Llosa en su ensayo sobre Madame Bovary: "Aturdámonos con la literatura, como en una orgía perpetua, para poder soportar la existencia", sino de la orgía perpetua en la que vive España. Millones de extranjeros venían antes de la pandemia y, borrada esta del inconsciente colectivo, siguen, como tsunamis, anegando las ciudades, las alhambras, los museos y hasta el Llano de la Perdiz. Los festejos tradicionales eran espacios fijos de libertad y de rebeldía contra el tiempo del trabajo y contra sus dueños y capataces: por la rendija del Carnaval el pueblo llano atisbaba sombras de libertad y de gozo. Pasados esos pocos días otorgados, los relojes lo devolvían a la sed, al sudor y a las lágrimas. Las orgías eran cosa de dioses, sultanes y ricos desocupados. Para los clérigos esas orgías eran "Fiestas, banquetes o bacanales, en donde se desatan las pasiones sensoriales y, de forma desenfrenada y compartida, se entregan los participantes a la diversión fuera de todo freno. Por eso el término orgía es sinónimo de pecado e inmoralidad". El centro de las ciudades españolas vive hoy en una orgía perpetua. Las calles más prestigiosas, de pisos más caros, plagadas de comercios de lujo, son invadidas a diario por borrachos, extranjeros y nativos, que gritan, mean, se drogan y copulan. En estas zonas, dormir o descansar es ya un sueño imposible. Y, para más INRI, el 'hipotecariado' ensoberbecido las toma en Semana Santa y ensaya en ellas todo el año, a modo de cuartel de instrucción celeste, con sus armatostes, zarabandas, postureos, meneos ostentosos y danzas ortopédicas. En el romanticismo hubo poetas malditos que dedicaron versos a las orgías de verdad. Espronceda, en su poema La desesperación, esboza una de ellas: "Me agradan las queridas / tendidas en los lechos, /sin chales en los pechos / y flojo el cinturón, / mostrando sus encantos, sin orden el cabello, /al aire el muslo bello... / ¡Qué gozo!, ¡qué ilusión!". Orgía privada de interiores. Ahora la orgía de forma multitudinaria tiene lugar en exteriores y sobre todo por las noches. España vive de este oxímoron: la orgía perpetua. Ella arrasa con todo, con ordenanzas municipales, leyes contra la contaminación acústica, horarios infantiles y descanso nocturno al grito de "¡Quememos la noche!".
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