La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
La esquina
Seis años ha tenido Pedro Sánchez para prohibirle a la Policía la utilización de pelotas de goma en casos de graves disturbios. Seis años para rebajar las multas a los manifestantes que desobedezcan o se resistan a los agentes de la autoridad. Seis años para considerar faltas leves los insultos e injurias a los policías en el ejercicio de sus funciones. Seis años desde que se comprometió con sus aliados a hacerlo.
Incumplió tanto tiempo la pactada reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana (rebautizada como ley mordaza) por la oposición del ministro del Interior y el rechazo total de los sindicatos policiales, que, con toda lógica, ven en estas medidas una orientación nítida hacia el desarme parcial de los instrumentos que garantizan la seguridad de los ciudadanos.
Ahora la debilidad congénita de la mayoría progreplurinacional, subida de grados por la parte catalana, ha obrado el prodigio –ya habitual, en realidad– de rectificar seis años de convivencia con la ley mordaza de Rajoy, en interés de la parte vasca y, más concretamente, de la facción más sucia de sus variopintas alianzas. Bildu es también el aliado más astuto y necesitado de blanqueo de todos. Se apresuró, claro está, a anunciar el acuerdo y ponerse la medalla ante esa minoría de la sociedad española que considera un avance de la democracia privar de medios a los guardianes del orden y la legalidad democrática. Otra de esas cosas que creíamos que nunca se verían: los herederos de una banda terrorista convertidos en paladines de la libertad.
Un nuevo sapo que se traga el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, auténtico recórdman en la materia, que también sufrirá pronto la reforma de la ley de extranjería para prohibir las devoluciones en caliente de inmigrantes irregulares que él ha defendido con firmeza. Y de la mano igualmente de los legatarios de quienes le obligaron durante años a vivir con escolta cuando era juez. Un sapo mayor para todas las víctimas de la violencia, que acaban de conocer que se concede el tercer grado penitenciario a los asesinos de tres andaluces, Portero, Martín Carpena y Cariñano, para facilitar su rehabilitación. Sin que se hayan arrepentido ni pedido perdón. Es una decisión de la consejera de Justicia del País Vasco perfectamente legal, acorde al Derecho, pero igualmente vomitiva. Para agradar a Bildu en su afán de blanqueo.
Total, si la amnistía se dio por 7 votos es normal que la ley mordaza muera por 5.
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