La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
¡Oh, Fabio!
Las cosas tristes nos dan risa”, le dice el teniente Pechorin al doctor Werner en Un héroe de nuestro tiempo, la novela de Lérmontov. Y así andamos en España, a carcajada limpia cada vez que abrimos el periódico. El último chiste, salerito, ha sido el pacto del Gobierno con Bildu para manosear la Ley de Seguridad Ciudadana. Otra cesión del sanchismo a los que hasta hace unos días estaban matando y extorsionando. Eso sí, ahora muy partidarios de que los policías no usen pelotas de goma para disolver manifestaciones violentas. Al parecer, el uso de estas bolas es un grave atentado contra los derechos humanos. Sin embargo, no lo era el uso de la 9 mm parabellum, la munición favorita de ETA. Y es cierto que no todos en Bildu pertenecieron a la banda terrorista, pero también lo es que esta formación vasca de progreso es la principal valedora de la memoria histórica de los asesinos, sus portavoces y representantes tácitos.
Es triste –es decir, risible– ver cómo Pedro Sánchez está desarmando al Estado legal y operativamente. Ha maniatado al CNI en Cataluña, ha borrado el delito de sedición, ha amnistiado a los que intentaron volar la democracia española, está blanqueando todo lo posible a sus socios de Bildu (¿recuerdan?: “Con Bildu no vamos a pactar. Si quiere, se lo digo cinco veces o veinte. Con Bildu, se lo repito, no vamos a pactar”), y ahora le prohibirá a la Policía el uso de un material que usa cuando las cosas se ponen muy feas. Es curioso lo delicados que son los que hasta hace unos días consideraban que el cóctel molotov era el mejor amigo del hombre.
Hace décadas, cuando el Reino Unido era aún un ejemplo de civilización para todo el mundo, se contaba con admiración cómo los policías londinenses, los famosos bobbies, patrullaban sin armas de fuego y lo mismo ayudaban a una anciana a cruzar la calle que detenían con buenas maneras a los flemáticos cacos. Hoy, sin embargo, más de 2.500 agentes portan pistolón o fusil. Incluso, alguna vez, Scotland Yard ha llegado a plantearse pedir la colaboración del Ejército para luchar contra el crimen. Los tiempos cambian a peor, menos, al parecer, en España. Aquí, los que aman a la humanidad y odian a la policía se han apuntado un tanto más con la colaboración inestimable del Gobierno, que le da un tiro en el pie al Estado. Cuando vuelva a arreciar la kale borroka o los lazis incendien la Diagonal, les lanzaremos claveles. Y todo arreglado.
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