La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
En el tejado
Irrepetible. Inimitable. Un campeón. Un fiera. Y muchísimos más términos te definen, mi pequeño gran crack, Javi Crack, como te gusta que te llamen tus colegas cuando echas una partida con alguno de ellos a la Play. Dios -o la vida- se empeñó en que nacieras con una inocencia que aún conservas en tu corazón adolescente , un corazón puro que sigue pensando equivocadamente que todo el mundo es bueno. Llegaste a este mundo un 28 de junio dejándome una estampa que jamás olvidaré aquella tarde de sábado -después de casi un día de espera- en la que aquella enfermera te me presentó tapado tan solo con aquella sábana del color de la esperanza, la misma esperanza que tú transmitías y transmites. Como cantaba Antonio Flores en aquel tema que dedicó a su hija Alba, te costó salir. Qué casualidades tiene la vida, te costó salir como si entonces te resistieras a iniciar un camino en el que has sufrido en tus carnes la crueldad de quien no acepta al diferente, de quien suele machacar al ser más frágil, aunque de tu fragilidad ha nacido una fortaleza que admiro. Fortaleza como la que me demostraste en aquellos peores momentos de hospital que compartimos cuando tenías todavía muy pocos años y el personal sanitario te agujereaba uno de los brazos a pinchazos -sin que ni siquiera lloraras- mientras a mí se me partía el corazón viendo como me llamabas en voz baja.
Y es que cuando eras tan sólo un bebé la vida te obligó a luchar contra un fantasma interior en forma de enfermedad, de esas que se apellidan rara, que te condenaba a pasar temporadas en ese mismo hospital. Me sorprendía cómo aguantabas el dolor y las pruebas médicas, mientras yo me rompía al verlo. Eran tiempos en los que en esos difíciles momentos necesitaba escuchar a modo de bálsamo esa canción que Miguel Ríos tituló Todo a pulmón, aquella del qué difícil se me hace, mantenerme en este viaje...qué difícil se me hace, cargar todo este equipaje, se hace dura la subida al caminar. Esta realidad tirana que se ríe a carcajadas...Insisto, qué curioso, con tu actitud frente a ese fantasma que siempre te acompañará, tú me enseñaste a ser fuerte, a coger el toro de la vida por los cuernos y a no rendirme jamás, como tú hacías y como continúas haciendo día a día. Sigue así, como predica nuestro Atleti, por mucho que la vida te tumbe una y otra vez, levántate y continúa, nunca bajes los brazos, mi pequeño héroe. Hasta en eso eres diferente. Tan diferente que si tienes que elegir a un superhéroe al que imitar, no te llama la atención ni Spiderman, ni Superman, tú eres de Deadpool, "un antihéroe como yo", sueles decir. Pero para nada eres un antihéroe. Tú eres un héroe con mayúsculas, un HÉROE acostumbrado a nadar en la vida como un salmón a contracorriente. Tú eres y serás siempre, pase lo que pase, mi pequeño gran crack.
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