Cuarto de muestras
Carmen Oteo
Cercanías
El salón de los espejos
Ahora resulta que nadie quiere las primarias, que eso de la elección democrática de los líderes de los partidos son “errores” del pasado. Cuando el PSOE se inventó este sistema, (sí, copiado de otros países) a finales de los años 90, Izquierda Unida, una formación asamblearia donde las haya, se apuntó enseguida. Y hasta el PP, con su modelo presidencialista, optó por esta fórmula. “Lo que importan son las voces de los militantes/afiliados; ellos son quienes deben decidir los liderazgos internos que así salen reforzados”.
Eso es lo que decían entonces en todos los despachos de todas las sedes de los partidos, grandes, chicos y mediopensionistas. Ahora las cosas se ven de otra manera. ¿Será que la democracia ha pasado de moda? ¿O sólo la que nos afecta directamente?
Porque una buena parte del PSOE andaluz le teme a las primarias como a una vara verde, incluso dentro del grupo que apoya a Juan Espadas. Los críticos de las distintas facciones, hay al menos tres, están moviéndose para tratar de impedir que las agrupaciones socialistas tengan urnas el próximo 1 de febrero. Quieren llegar a un acuerdo, a un candidato de consenso que sea capaz de unir a todas las partes en liza. “Las primarias nos han hecho un daño atroz”, decía una voz autorizada en este colectivo. Sólo una corriente minoritaria, la de Luis Ángel Hierro, se ha pronunciado abiertamente por las urnas.
Los críticos no quieren que haya debate en las agrupaciones. ¿Por qué? La realidad es que el PSOE de Andalucía está pasando por un momento de debilidad que la formación no había conocido en toda su historia en la democracia. La pérdida del poder de la Junta no ha sido la única, aunque sí la más grave. Los alcaldes de las capitales (salvo Jaén que el viernes cambió de manos por una moción de censura sorpresiva) son del PP y sólo conservan dos diputaciones provinciales, por el momento. Y eso ha pasado factura en la moral colectiva. Las casas del pueblo están cerradas mucho más tiempo que antes, las asambleas de las agrupaciones están descafeinadas y se ha perdido el pulso interno. Es cierto que antes muchos socialistas trabajaban en las instituciones pero también que otros tantos mantenían vivo al partido con actividades constantes, que iban desde las propuestas a los ayuntamientos a las copas navideñas de confraternización. Unos culpan de esta situación al modelo que impuso Susana Díaz; otros a que Juan Espadas no ha sido capaz de animar a su gente, y otros que esa es precisamente la impronta de Pedro Sánchez, “no quiere un partido fuerte, todo lo contrario”.
Desde la Dirección Federal lo tienen claro. Han optado por el dedazo en el caso de la Federación Socialista de Madrid. El secretario general es Óscar López, y punto. Como sucedió en Cataluña, donde el dedo señaló a Salvador Illa. ¿Qué sucederá en Andalucía?
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