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Ojalá no perdamos nunca la ilusión. Ese sentimiento que Pascal equiparaba en el ser humano con las alas del pájaro. Porque es lo que nos sostiene en el aire. Sin alas no hay manera de elevarse. Y sólo desde lo más alto podremos apreciar la solidez del suelo que pisamos. La ilusión es esperanza; suma al deseo de conseguir algo la creencia de que podemos obtenerlo y ese combustible es esencial para la vida. No hay momento mejor para experimentarlo que este Día de Reyes; basta verlo reflejado en los ojos de un niño. Hay una hermosa claridad en esas miradas infantiles que hoy y año tras año nos devuelven la fe y la esperanza en lo que fuimos. Y, ¿por qué no?: en lo que siempre queremos volver a ser. Unos niños grandes llenos de ilusiones, unas veces vanas otras inspiradoras, pero siempre estimulantes.
Puede que los años y la vida te acaben dejando como la protagonista del tango: sola, fané y descangallada y pareciendo un gallo desplumado, pero siempre hay algo a lo que aferrarse. Cualquier ilusión que renazca en nuestra alma, siempre es un paso al frente para conseguir mejorar nuestra realidad. Una vida vacía de ilusiones, por pequeñas que sean, es una vida estéril. No existe paz sin esperanza. Es cierto que no es igual la ilusión de un niño, plena de emociones y ayuna de razón, que la de quienes ya han avanzado por la vida. Quizás, lo que de niño es ilusión y en la juventud esperanza, en la madurez son objetivos, hitos que conseguir cada día, peldaños que subir en una escalera infinita y eterna. Pero todos y cada uno de ellos son el motor que alienta una vida plena y digna de ser vivida.
Nada es permanente, ni la ascensión a los cielos, ni la caída a los infiernos de la vida. Pero estemos en la cúspide o hundidos en el lodo, si nos atenaza el desánimo todo se hunde a nuestro alrededor sin compasión. Aun así, si somos optimistas –como siempre recuerdo que dijo Churchill, no parece inteligente ser otra cosa– debemos pensar que el pasado no garantiza más que el aprendizaje, quizá las cicatrices y siempre el recuerdo. Nunca hay nada ganado, ni perdido. Todo está por conseguir. Que el pasado es inmutable es tan cierto como que el futuro lo construiremos sobre cimientos que erigimos o sobre un solar limpio de los escombros que fuimos acumulando. Como escribió C.S. Lewis, no podemos volver atrás y cambiar el pasado, pero podemos comenzar donde estamos y cambiar el final. Porque lo mejor siempre está por venir y sólo hemos de construir. FELIZ DÍA DE REYES.
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