Salvador Merino
Volver a empezar
Si hay algo que llama la atención de María Jesús Montero es la energía y la convicción que pone en ser la nueva lideresa que pretende dar la vuelta a un partido desvaído y desmoralizado, un PSOE que hace tiempo ha perdido no sólo el tirón electoral sino el liderazgo y el impulso político de la sociedad andaluza. Esa es la imagen que ha transmitido al presentar su candidatura secretaria general del PSOE andaluz. Ser vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda puede representar algún obstáculo: para nada. Lo dijo bien claro. “No vuelvo porque nunca me marché, siempre trabajé y sigo trabando para y por Andalucía”. “Vengo a ganar y vamos a ganar”, les ha dicho a los militantes.
Parece difícil poder ganar en 2026. Juan Manuel Moreno Bonilla gobierna con mayoría absoluta fijada en 55 de los 109 escaños. Tiene 58 y suma con los 14 de Vox, un total de 72. El PSOE tiene 30 y los dos grupos a su izquierda, que van separados, juntan siete. Las encuestas conocidas no dan variaciones para desequilibrar esos bloques que permita barruntar en estos momentos un vuelco político en Andalucía. Además, todas las capitales andaluzas, con excepción de la de Jaén están en manos también de los populares.
En cualquier caso, forma parte de una estrategia del gobierno, Sanchez ante la posibilidad de agotar la legislatura, desea reforzar su poder local y autonómico, hoy por hoy muy debilitado y presentarse con un escenario político muy distinto a la de las elecciones de 2023. En ese contexto, su renovación de los liderazgos regionales está pasando por miembros de su gobierno que tendrán esa doble responsabilidad política. Montero en Andalucía. Pilar Alegría en Aragón. Diana Morant en la Comunidad Valenciana. Óscar López en Madrid. Para Castilla y León, Ferraz seleccionó al alcalde de Soria, Carlos Martínez, que supone una excepción.
Evidentemente, María Jesús Montero tiene amplia experiencia política en Andalucía, donde ocupó durante dieciséis años cargos en la Junta andaluza, iniciados con el puesto de viceconsejera de Salud en 2002. Terminó negociando cinco presupuestos como titular de Hacienda sin que su partido tuviera mayoría absoluta en el Parlamento. Es a partir de 2018 cuando empieza a ser una figura clave en los gobiernos de Pedro Sanchez. Las dudas surgen alrededor de la si este modelo de la doble responsabilidad política, como ministra y como secretaria general del PSOE andaluz, será eficaz para recomponer un partido en horas bajas y, sobre todo, si será posible tener algunas posibilidades de ganar desde Madrid y, sobre todo, no conectar con la calle y los militantes. No olvidemos que Montero lleva a cabo algunas de las negociaciones más difíciles de la legislatura: los presupuestos y el pacto fiscal, las consecuencias de estas negociaciones no tienen que ser siempre las más favorables con Andalucía, chocando con su papel como máxima dirigente del socialismo andaluz.
Parece que Pedro Sanchez le gusta elegir personas de confianza de su gobierno para renovar el poder autonómico. En algunos casos, como en el de Maria Jesús Montero, el de mujeres poderosas, y con cargos de extraordinaria responsabilidad e inmersas en complejas negociaciones sobre temas claves. Esa parece ser su apuesta para recuperar Andalucía, en el plazo de dos años. Parece difícil pero resulta un desafío político interesante para un partido que vive tiempos de desánimo.
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