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La Real Academia de la Lengua Española define belleza como "cualidad de bello" / "persona o cosa notable por su hermosura". Junto al término, la RAE destaca la expresión belleza ideal. "En la filosofía platónica, prototipo o ejemplar de belleza, a la que tienden ciertas formas de la realidad en continua búsqueda de la belleza en sí", recoge. Mucho ha llovido desde los tiempos de Platón pero poco ha cambiado la manera en que tenemos las sociedades de comportarnos. Siempre buscando, de algún modo, la perfección estética como fin de la felicidad.
En estos días en los que las redes sociales se anteponen ya, incluso, al poder de los medios tradicionales como la prensa, la radio o la televisión, estamos más atados que nunca a los cánones de belleza que nos arrojan sin remedio a la falsa y continua creencia de que nunca seremos lo bastante buenos, guapos, bellos o ricos.
Yo misma me sorprendo muchas veces siguiendo embobada a las influencers de moda como Dulceida, Laura Matamoros, María Pombo, Laura Escanes, Cristina Pedroche o Vikika. No lo niego, yo también he soñado con vivir en mansiones de lujo junto al mar, hacer retiros espirituales a Las Maldivas, cenar cada noche en Diverxo o comprarme el último bolso de Louis Vuitton. Yo también he querido tener las piernas, el pecho, la nariz y el pelo perfecto de todas ellas, ir cuatro veces en semana al spa, hacerme las uñas y que me hidraten la piel 24/7. Y, por supuesto, ¿Cómo no voy a querer tener un novio como el de ellas? Capaz de hacerle sombra al mismísimo Ken. Pero luego pienso que tiene que ser agotador y que, a pesar de que todas son estupendas (conste que no las critico, me parecen fantásticas profesionales), sin darse cuenta están creando límites inalcanzables para muchos y muchas que, por desgracia, se miran en sus fotos y aprenden de la vida a través de sus posts.
¿Sabías que Georgina (la mujer de Cristiano Ronaldo) podría estar generando más de 10 millones de euros al año solo por gestionar publicidad en su cuenta de Instagram? Desorbitado. Con esto, es complicado no caer en los trucos de la moda. Sin embargo, me alegra darme cuenta de que también existen (y cada vez más) mujeres y hombres reales que conquistan las redes. Gente que ama sus imperfecciones y que muestra al mundo cómo lo bonito está detrás de las estrías, del pecho caído después (o antes) de ser madre, del que hanacido con una minusvalía, del transexual que presume de su cambio en stories, de la chica o chico que enseña su celulitis en mitad del mar mientras celebra la vida amando su cuerpo que no es de revista. Pediría que la RAE cambiara la definición del concepto pero entonces nosotros seguiríamos dándole el mismo significado. Ojalá, algún día, todos aspiremos a encontrar la belleza en lo imperfecto. Y me incluyo. Porque no hay nada más bonito que aceptar lo que somos.
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