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Mikel Lejarza
Toulouse
La ciudad y los días
Vienen elecciones. Toca sacar de paseo a Franco. El Consejo de Ministros aprobó, a propuesta del Ministerio de Trabajo, una medida ya anunciada en junio de 2022 que satisface una expectativa por lo visto largamente ansiada por la mayoría de los españoles, fortalece nuestra democracia y, según Yolanda Díaz, dignifica nuestras instituciones, hasta ahora manchadas por tan grave culpa: retirar la medalla del mérito al trabajo a Franco y otros prebostes de la dictadura. No se trata de volver al pasado, aclaró la vicepresidenta, sino de mirar al futuro porque “sobre el dolor, la muerte y la indefensión de miles y miles de personas es imposible construir un futuro en firme”. Cabe preguntarse si desde 1977 hasta hoy no se ha construido un futuro en firme o si se ha hecho sobre el dolor, la muerte y la indefensión de miles y miles de personas porque a estos excelentísimos cadáveres –por citar la película de Rosi– no les habían retirado sus medallas.
A un servidor le importa un pimiento que le quiten la medalla “nada más y nada menos”, como dijo Yolanda Díaz, que a Franco y con él a un falangista a punto de ser fusilado por hedillista y después reconvertido al franquismo, un cardenal aficionado a las cruzadas, el león de Fuengirola, la egabrense sonrisa del Régimen o el carnicero de Badajoz (a quien Díaz llamó “carnicero de Burgos”). Por cierto, entre el anuncio de la retirada de medallas de junio de 2022 y su ejecución se ha caído del lote el empresario Félix Huarte, cuya inclusión en la lista, informan medios navarros, “fue muy contestada a nivel político y empresarial en Navarra, donde había recibido a título póstumo en 2014 (¡y tan póstumo, como que falleció en 1971!) la medalla de Oro de Navarra por su contribución al desarrollo industrial de la Comunidad mediante la puesta en marcha en 1964 del programa para la Promoción Industrial de Navarra”.
Los gestos simbólicos tienen su importancia. Pero afirmar que desposeer a los difuntos de sus medallas medio siglo después del fin de la dictadura “acaba con los rescoldos del franquismo que quedaban en el ministerio de Trabajo” no deja de ser una exageración. Por mucho que soplen sobre las cenizas para identificar la derecha democrática con la dictadura, no hay rescoldos franquistas que puedan volver a encenderse. Como él mismo sabía, el franquismo murió con Franco y se autodisolvió el 18 de noviembre de 1976.
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