El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
El año 2024 que ahora termina ha marcado un antes y un después en la proyección de la movilidad en Málaga. La infinidad de proyectos planteados dan idea de lo que será el desarrollo, durante los siguientes años, de una conurbación metropolitana de más de 2 millones de habitantes. Y los plazos para su entrada en funcionamiento se han fijado en 2030, lo que hace pensar en un posible hito histórico. Ahora cada administración tiene que colaborar en este camino y, si fuera posible, deberían ir de la mano, aunque les cueste.
El reto del tren litoral es, sin duda, el proyecto estrella. La capacidad inicial de transportar 60 millones de pasajeros anuales, entre Algeciras y Nerja, es un aliciente para cualquier inversor, aunque la obra parezca a priori faraónica. Porque toda infraestructura de este tipo trae consigo una policentralidad social y económica que permite la especialización de los territorios y el intercambio dinámico de bienes y servicios. El uso diurno para transporte público a corta, media y larga distancia por la misma vía y distintas configuraciones ferroviarias, junto con el uso nocturno para el transporte de mercancías, complementaría a esos 60 millones y rentabilizaría aún más la inversión. Esperemos que el gobierno central asuma su desarrollo y los gobiernos locales sepan unificar criterios y acelerar su puesta en marcha.
El metro continúa su desarrollo hacia la zona norte de la ciudad y se prepara para decidir en qué dirección continuar creciendo. Las expectativas de Málaga Este no son muy altas, cansada ya de promesas incumplidas, tanto hospitalarias como deportivas o de renovación de sus paseos marítimos, pero quizás esta vez le toque la suerte. Porque, como decía Carlos Gardel, “que veinte años no es nada”, desde que un lejano año 2004 el Ministerio de Fomento plantease por primera vez llevar un tren subterráneo hasta El Palo. Ahora cabría conformarse con, al menos, un triste carril bici, pero ni siquiera ha habido suerte con eso.
La red de carreteras gratuitas sigue mostrando signos de colapso y, en algunos casos, sin alternativa posible. Abrir el debate entre aumentar su capacidad en algunas zonas o trasladar los centros productivos hacia la Axarquía o Antequera, donde no existe tal congestión de tráfico, es trascendental. Ahí la fundación Ciedes y el plan estratégico deberán marcar el ritmo de los siguientes años, pero ya la idea está lanzada.
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