Seamos serios

23 de marzo 2025 - 03:09

El último proyecto para el solar del antiguo cine Astoria no es un mamotreto. Nos podrá gustar más o menos, pero no lo es. Como tampoco lo es el hotel en el solar del antiguo cine Andalucía. Un mamotreto es un objeto grande y de poca utilidad, y ambos edificios tendrán una y su tamaño está determinado por la reconstrucción de las manzanas y la trama urbana en la que se insertan. Trama que, junto al espacio urbano que configuran, constituyen un bien cultural protegido en la ciudad de Málaga. Que no lo conforman únicamente sus edificios, sino también los espacios públicos que configuran. La percepción de la arquitectura ?y cuando decimos arquitectura no nos referimos solo a los edificios, sino a toda la ciudad? es una experiencia kinestésica: depende de nuestro lugar dentro del espacio y varía con la posición que adoptamos. Ver la ciudad con la mentalidad de un turista inmerso en un safari fotográfico es la visión miope que trasciende de la propuesta de dejar la parcela del Astoria sin edificar para que desde allí podamos sacar fotos de la Alcazaba.

Criticar la gestión de esta operación, que ya se remonta a 20 años atrás, puede tener diferentes enfoques. El primero ¿por qué nos gastamos 21 millones de euros en un solar para equipamiento cuando nos falta dinero para construir otros en los solares que ya tenemos? Segundo ¿qué estudio de viabilidad tenía la operación? El gran problema de un centro cultural es que es muy difícil que los ingresos por su gestión financien su construcción, y mucho menos, cubran el coste del suelo. Y ahí es donde puede cobrar sentido la renovada apuesta por la colaboración con Unicaja, a la que le puede cuadrar la operación dentro de su política de promoción cultural. Y tercero, si se estaba pensando en esta colaboración público-privada (que no se concina en tres días) ¿para qué se convoca un concurso y nos gastamos 235.407 euros en un anteproyecto que es muy probable que no quiera quien lo financie. Y es lógico que no lo quiera porque querrá contar con los arquitectos de su confianza y hacer el edificio que se adecue a sus necesidades.

Seamos serios, nadie se gasta 21 millones en hacer una plaza al lado de la plaza más grande de la ciudad ni en contemplar unos restos arqueológicos que pueden ser perfectamente integrados en el edificio que se proyecte. El debate urbanístico necesita de más seriedad que la gestión que hasta ahora se ha visto.

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