La sepultura de Francisco

30 de abril 2025 - 03:09

Es habitual que a la muerte de un Papa surjan multitud de juicios e interpretaciones sobre su vida y sus hechos, siendo alabado por unos y denostado por otros en función de criterios subjetivos, pero lo que más centra mi atención, es la significación que le suelen dar a determinados gestos o decisiones del santo difunto. Por ejemplo, se ha señalado como algo diferencial del papa Bergoglio el hecho de haber elegido, para ser enterrado, Santa María La Mayor de Roma. No es el único papa cuyos restos reposan en esta basílica, también están los de Clemente VIII, Pablo V, Pio V y Sixto V. Sin embargo, sí me ha resultado, cuando menos curioso, la decisión dado el fuerte vínculo que con España tiene dicha basílica, también llamada Liberiana (por el papa Liberio, s. IV) que la fundó o de Santa María della Neve (de la Nieve); virgen ésta de la que era un gran devoto Francisco. Démosle un repaso a su historia.

Cuenta la leyenda que allá por el año 360, un patricio romano le confesó al papa Liberio que en lo alto del Esquilino (la colina más alta de Roma) se le había aparecido la Virgen María. Ordenó el papa que se levantara un templo en el lugar, y quiso el destino que cayera una milagrosa nevada y quedara dibujada en el suelo la planta de la futura basílica. Por ello fue dedicada a Santa María de las Nieves.

La iglesia es la mayor de todas las dedicadas al culto mariano, es la que usa el Papa como catedral de Roma, y es la única que conserva su planta estrictamente basilical y su estructura paleocristiana original. Su fachada, superpuesta a la primitiva, en la que destaca el campanario románico, es de principios del siglo XVIII. La galería, que descansa sobre el pórtico y la antigua fachada, conserva mosaicos de finales del s. XIII. Tiene tres naves separadas por columnas monolíticas que sostienen un entablamento decorado con un friso de mosaicos del siglo V y el artesonado, diseñado por Giuliano da Sangallo, fue ejecutado con el primer oro que vino del Nuevo Mundo, gracias a la donación que le hizo el emperador Carlos I de España al papa valenciano Alejandro VI, Borgia. Previamente, su antecesor Calixto III, hizo varias donaciones a la basílica, así como la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, que le donó la reliquia de la “sagrada cuna” del Niño Jesús, por la que la basílica fue conocida también por el “belén de Occidente”, celebrándose desde entonces la Misa de Nochebuena por el Papa.

En el atrio, a la entrada al templo, se puede admirar la estatua de bronce, realizada por Gian Lorenzo Bernini (enterrado en la basílica), del rey Felipe IV, uno de los principales benefactores de Santa María Maggiore. De hecho, el rey de España tiene el título de “protocanónigo honorífico” y el papa Pio XII firmó el llamado Hispaniarum fidelitas, por el que se establecen tres celebraciones anuales por España y que haya siempre un canónigo de nacionalidad española.

Curiosamente, el fundador de la Compañía de Jesús, Ignacio de Loyola, eligió esta basílica para celebrar su primera misa, el primer jesuita cardenal, Francisco de Toledo, dejó su herencia a la Virgen delle Neve, patrona de Roma, y Francisco, el primer jesuita papa, eligió para su descanso eterno a la más española de las iglesias fuera de España.

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