Socialistas... Franco ha muerto

Reflejos de Málaga

10 de enero 2025 - 06:00

El Gobierno de Pedro Sánchez ha vuelto a sacar del armario al eterno fantasma de Franco. Ahora, con motivo del 50 aniversario de su muerte, planean un centenar de actos bajo el lema "España en libertad". Una iniciativa que no solo ha dividido a la sociedad, sino que ha levantado una ola de críticas por parte de políticos, intelectuales y periodistas que, en un manifiesto reciente, denuncian un "planteamiento guerracivilista" y un intento de ocultar "miserias personales, políticas y morales" del presidente. 

Mientras Sánchez organiza su narrativa, Málaga –y España entera– observa perpleja. ¿Qué sentido tiene seguir reviviendo la figura de un dictador muerto hace cinco décadas? ¿No bastó la reconciliación lograda con la Constitución de 1978? Si algo queda claro es que el Gobierno ha encontrado en Franco una herramienta perfecta para polarizar y, de paso, desviar la atención de los problemas reales. 

Porque, señores socialistas, Franco ha muerto. Lo que no está muerto, sin embargo, es la precariedad laboral, la inflación o los alquileres desorbitados. En Málaga, las familias no hablan de dictadores ni de exhumaciones; hablan de cómo pagar el alquiler, cómo sortear los atascos eternos y cómo conseguir una cita médica antes de que pase medio año. Pero estas preocupaciones reales parecen relegadas al olvido, eclipsadas por el espectáculo político que Sánchez ha montado en torno al Valle de Cuelgamuros y a estos actos conmemorativos. 

El reciente manifiesto promovido por figuras de peso como Federico Jiménez Losantos, Rosa Díez o Ana Palacio subraya lo evidente: estas celebraciones no buscan justicia ni memoria, sino avivar un enfrentamiento artificial para distraer al votante. En el texto se denuncia que Sánchez “enfrenta a todos con todos”, utilizando el pasado como arma electoral. Pero lo más revelador es la llamada al "boicot" de estos eventos, señalando que la única fecha digna de celebrar es la Constitución del 78, el verdadero símbolo de libertad y reconciliación. 

En Málaga, la paradoja es evidente. Nuestra ciudad, que ha sabido reinventarse cultural y económicamente, sigue arrastrando problemas estructurales que merecen toda la atención. Pero en lugar de destinar recursos a mejorar la movilidad, construir más vivienda pública o reforzar la sanidad, el Gobierno se centra en actos simbólicos que, aunque cargados de intención política, poco aportan al día a día del ciudadano. 

¿Y qué dice la derecha en todo esto? Poco, o mejor dicho, lo de siempre. En lugar de ofrecer alternativas claras y soluciones reales, se limita a lanzar diatribas y a caer en el juego de la confrontación. En este teatro de guerra simbólica, ambas partes salen ganando políticamente, mientras la ciudadanía, como siempre, pierde. 

Queridos socialistas, Franco ha muerto. Es hora de que el Gobierno lo asuma y se ponga a trabajar en lo que realmente importa. Málaga, como el resto de España, no necesita más espectáculos políticos ni más fantasmas del pasado; necesita soluciones para el presente y esperanza para el futuro. 

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