Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
En el año 1931 el escritor James Truslow Adams popularizó el término “sueño americano” en su libro Epic of America. Con él quería representar ese deseo de libertad e ilusión, para poder empezar de nuevo, que llevó a unas cantidades ingentes de personas a viajar a los Estados Unidos. Pero estos movimientos migratorios siempre vienen acompañados de diversos inconvenientes que muchos tratan de acrecentar interesadamente, hasta el punto de generar el rechazo al extranjero entre sus adeptos. La cuestión de fondo es: si cada vez tenemos menos hijos y queremos mantener nuestra sociedad del bienestar, ¿cómo pretendemos lograr eso sin el recambio social necesario?
El abanico de estrategias de oposición a la llegada de personas de otros lugares es muy amplio. Unos utilizan la xenofobia y otros la turismofobia, pero en el fondo todos esgrimen fobias para abanderar esas posturas extremas. En ambas estrategias se utilizan los argumentos más primarios: “vamos a perder nuestros empleos”, “no podemos pasear tranquilos por nuestras calles”, “han ocupado nuestras casas, hoteles, restaurantes”, es decir, nuestros, nuestros, nuestros…Como vemos se trata de una obsesión posesiva sobre unas infraestructuras que, de no ser por esas personas que llegan, seríamos incapaces de mantener. Pero ninguna de estas peroratas populistas es capaz de confesar que, en el fondo, prefieren el cierre de negocios y la pérdida de empleo antes que dar la bienvenida a un extraño.
Las formas más sutiles de rechazo se producen en los nacionalismos. Vemos como incluso los principios de la izquierda sobre redistribución de las riquezas pasan a mejor vida cuando hay que defender el terruño. Decir, como confesó Salvador Illa, que Cataluña debe recibir más, porque una región que es la tercera aportando recursos no puede ser la antepenúltima en recibirlos, está en las antípodas del socialismo y de la propia naturaleza de los impuestos. Es normal que muchos ya no hayan podido aguantar más este tipo de soflamas supremacistas y se empiecen a levantar voces. Ya nadie entiende que el PSOE se refugie únicamente en las regiones con mayor nivel adquisitivo de España, abandonando a sus antiguos graneros de votos, sobre todo cuando cada vez gobierna a un menor y más elitista conjunto de ciudadanos. Merece la pena recordarles al propio Voltaire: “No pienses que el dinero lo hace todo o acabarás haciéndolo todo por dinero”.
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