Los turistas no son culpables

La ciudad y los días

10 de julio 2024 - 03:09

Algo se ha tolerado o se ha alentado en Barcelona con el resultado de que los trasgos antisistema salen a la luz cada vez que una causa violenta los convoca o una protesta les sirve de pretexto. Se celebró una manifestación contra el turismo masivo (primer error: será contra la gestión del turismo masivo por parte de las autoridades) convocada por 140 entidades, colectivos y asociaciones de vecinos. Entre 2.800 y 3.000 personas se manifestaron bajo el lema “¡Basta! Pongamos límites al turismo” (segundo error: no se puede poner límite al turismo salvo en el acceso a determinados espacios). Arrancaba con una pancarta que exigía “Decrecimiento turístico, ya” (tercer error idéntico al segundo, salvo que cierren autovías, estaciones de tren y aeropuertos y exijan visados para entrar en Barcelona) y los participantes coreaban consignas o exhibían pancartas que decían “Tourist go home”, “Barcelona no es Disneylandia”, “Vecinos en peligro de extinción” o “Barcelona no está en venta”.

Aunque el peor error fue intentar precintar hoteles y terrazas, y sobre todo acosar a turistas que estaban sentados en las terrazas increpándoles y disparándoles con pistolas de agua. Da una pista de hasta qué punto los trasgos antisistema animaban la gamberrada que en alguna cinta con la que hacían los precintos simbólicos pusiera “Precinto popular” (terrible palabra cuando se usa para justificar tropelías tipo “justicia popular”).

El Ayuntamiento barcelonés ha condenado el hostigamiento de los turistas y asegurado que “llegará hasta el final” en la eliminación de los 10.000 pisos turísticos que hay en la ciudad. Por ahí, sí. Porque los males que acarrea el turismo masivo no tienen nada que ver –salvo el asqueroso turismo de borrachera muy concentrado en localidades catalanas y mallorquinas– con la libre circulación de personas, sino con la gestión municipal y autonómica. La multiplicación de bares, restaurantes y veladores que convierten calles y plazas en comederos y bebederos, el desalojo de los vecinos por la subida de los precios de las viviendas y su conversión en pisos turísticos, la consiguiente desaparición de los comercios tradicionales y de proximidad, la tematización de los centros históricos de las ciudades y hasta la conversión de los templos en museos es responsabilidad de las autoridades que conceden las licencias y gestionan los espacios, no de los turistas.

stats