Varas de medir

06 de septiembre 2024 - 03:07

Edesde que tengo uso de razón, percibo el denigrante registro de distinguir a las personas, países, sociedades, incluso medios de comunicación u obras literarias, atendiendo a no sé qué prodigiosas reglas que permiten que esto o aquello sea mejor o tenga una mayor consideración que esto otro. Seguramente sea el carisma, el poder, el dinero o quizás controle mejor el miedo o la manipulación. O puede que sostenga el beneplácito del poderoso o del matón de la clase. Todos recordamos cómo el grandullón hacía y deshacía a su antojo. Todo giraba a su alrededor y manipulaba a los demás para que atacaran al otro o lo aislaran. Es increíble cómo esto sucede en todas las escalas o niveles.

Puedo observar cómo Occidente se posiciona contra Putin (y con razón) y mira hacia otro lado o tan solo le da una leve regañina a Netanyahu. Ambos son dos tiranos, que deberían terminar en el TPI. El primero desea apropiarse de un territorio que no le pertenece. El segundo también. El primero ataca a la población civil. El segundo también. El primero aduce razones antiterroristas. El segundo también, pero realmente existen; aunque no sabe lo que es realmente una metonimia, mejor dicho: una terrible sinécdoque. Si una banda de rumanos me ataca y me apuñala causándome tremendas heridas, yo no puedo invadir Rumanía y arrasarla por ese infame ataque perpetrado por una banda de energúmenos. Perdón por el ejemplo.

Muchas pésimas obras literarias, musicales o artísticas pululan por doquier y se erigen como referentes debido a las diferentes varas de medir. Algunos artistas o cineastas son ninguneados y otros son auspiciados a la cumbre del éxito porque son sometidos a diferentes y tendenciosas varas de medir.

Y allí está aquel señor altivo, sabedor de su fortaleza y de poseer la verdad absoluta que le otorgan sus acólitos, muchas veces comprados o manipulados, dirigiendo todo el cotarro. Organizando. Ninguneando. Aniquilando. Marginando. Sentenciando. Y todo su séquito asintiendo, bien por temor, desinformación o por turbia manipulación.

Desde que somos pequeños en la escuela o cuando somos adultos y nos desarrollamos en nuestro trabajo, entorno social, comunidad de vecinos o grupo de amigos, unos cuentan más que otros sencillamente porque usamos distintas varas de medir. Este penoso anquilosamiento se extiende al arte y al mundo como una bomba nuclear. En otras ocasiones, hacemos la vista gorda con lo que ha dicho este o esta. Y lapidamos a otro en su lugar debido a las injustas varas de medir. La frustración y la hipocresía adoptan esas formas.

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