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La reciente publicación del barómetro trimestral del Centro de Estudios Andaluces que refleja en situación de estabilidad total el panorama político de la región y la fulgurante reaparición de Manuel Chaves en la escena pública tras la sentencia de los ERE, invita a trazar algunos paralelismos entre su época al frente de la Junta y la actual.
Chaves gobernó Andalucía durante 19 años, hasta que José Luis Rodríguez Zapatero decidió llevárselo a Madrid en una maniobra que sólo se comprendió algún tiempo después. Juanma Moreno lleva seis años y nada indica que no pueda multiplicar esta cifra por dos o incluso por más. Ambos han compartido una situación ideal para perpetuarse: la ausencia de una oposición capaz de aparecer como una alternativa sólida. El PP en la época de Chaves tenía una irrelevancia social que puede compararse con la crisis de credibilidad que atraviesa el PSOE de Juan Espadas. Sólo cuando Chaves ya se marchaba, Javier Arenas pudo rozar el asalto al Palacio de San Telmo.
También los dos han sabido ejercer un control férreo sobre las estructuras de sus partido hasta anular cualquier tipo de disidencia. En todo caso, la poca que tuvo Chaves y que ahora puede tener Moreno es testimonial. Se vuelve a demostrar que para mantener un partido unido no hay mejor pegamento que el poder. Todo lo contrario de lo que ocurre en la oposición, como puede atestiguar el Moreno Bonilla que fue desembarcado en Andalucía tras la salida precipitada de Arenas.
Pero el mayor paralelismo entre está en la forma de entender y administrar el poder. No es la primera vez que se escribe que si Chaves hubiera puesto una escuela para enseñar como se gobierna una autonomía su alumno más aventajado se hubiera llamado Juanma Moreno. Centralidad, moderación, transversalidad y poner todos los medios que sean necesario para desactivar cualquier conflicto antes de que sea un problema grave. Estas son las reglas que aplicó el socialista en un día y que hoy aplica a rajatabla el popular. Con los márgenes de actuación que da una comunidad autónoma el que uno fuera socialdemócrata y el otro de la derecha liberal deja de tener la relevancia que se podía suponer.
Hay una regla básica para mantener la balsa de aceite: tener contentos, en todos los sentidos, a sindicatos y empresarios es la mejor forma de evitar problemas. Chaves y Moreno son maestros a la hora de aplicarla. ¿Que también hay diferencias en esta especie de vidas paralelas? Por supuesto. Muchas. Pronto habrá que repasarlas.
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