Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
Cuándo un puente deja de ser lo y se convierte en un embovedado? La pregunta no es baladí porque se trata de saber hasta dónde se puede cubrir un río como el Guadalmedina que, hasta ahora, ningún informe técnico ha dicho que pueda cubrirse tal y como está. Y es oportuna, cuando en pocos días hemos vivido la tragedia de Valencia, la inundación de Málaga y la activación del contrato del proyecto de los puentes plaza sobre el río.
El plan Guadalmedina encargado por Celia Villalobos contemplaba el total embovedado del cauce a su paso por la ciudad, pero lo condicionaba a desviar las aguas río arriba para que desembocasen en el peñón del Cuervo y en el embalse de la Viñuela. Una obra de calado y un proyecto que quedó condicionado a un estudio hidráulico. Estudio que lo condicionó a cambiar las condiciones de explotación de la presa del Limonero, derivar algunos arroyos que desembocan en el río y ampliar las condiciones de desembalse del propio cauce. Posteriormente, la propuesta ganadora del concurso de ideas de 2011 planteó la configuración de un cauce abierto y naturalizado, pero siguió requiriendo que, en previsión de que se produjesen unas lluvias torrenciales, la presa del Limonero no embalsase agua. Extremo que rechazaron las autoridades competentes, que, no obstante, le otorgaron el primer premio. Ellos sabrán por qué se lo dieron si nadie se ha planteado llevar a cabo nada de lo que se propuso.
No hay que ser un lince para concluir que este es un claro caso en el que el orden de los factores sí altera el producto. Son las infraestructuras hidráulicas las primeras que se tienen que desarrollar, antes de volver a dibujar infografías condicionadas a unas obras que ni siquiera se han proyectado. Pero puestos a establecer un criterio de prioridades, también hay que incluir en la lista aquellas obras necesarias para que la carretera de Cádiz y la prolongación de la Alameda no vuelvan a inundarse, y calle Carretería no se convierta en un arroyo. El río Guadalmedina es una cicatriz en medio de la ciudad que puede mejorarse con ciertos puntos de sutura en forma de puentes (sin plaza) y la revitalización de algunos barrios limítrofes. Pero, dejar de mirar al cielo cada 14 de noviembre para ver si se nos va a caer encima, es una necesidad urgente. Más ahora, cuando las condiciones de cambio climático pronostican una mayor frecuencia y virulencia de estos fenómenos.
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