Editorial
La añoranza del consenso
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La inquietud por el Brexit no sólo afecta a los miles de andaluces que, de una forma u otra, pueden verse afectados por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Como se publicó el domingo en este periódico, existe un amplio grupo de británicos que también están viviendo de forma especialmente angustiosa un proceso que, hoy por hoy, no se sabe muy bien en qué condiciones se va a culminar. Como se apuntó desde estas páginas, en Andalucía existen censados más de 75.000 británicos, cifra que se podría elevar al doble si se tienen en cuenta a los que no tienen regularizada su residencia en nuestro país. En su mayoría, esta población se concentra en las localidades costeras de Málaga, aunque también se observan importantes núcleos de población en zonas de interior, como la vega de Antequera o la Alpujarra. Generalmente, hablamos de personas con una renta media y alta, con capacidad de consumo y que no suelen generar problemas de convivencia allí donde se asientan. No cabe ninguna duda de que su hipotética marcha supondría una serie de perjuicios a las economías locales que aún no están del todo cuantificados. De hecho, ya hay señales preocupantes. Según los datos, actualmente hay 4.683 británicos menos que en 2016, el año en el que se celebró el referéndum, un 6% menos, una bajada que se ha notado especialmente, como era de prever, en la provincia de Málaga.
La solución para estos ciudadanos británicos es muy complicada. Como es lógico -y deseable- el Estado español ya ha dejado claro al Reino Unido que aplicará el principio de reciprocidad en este asunto. Es decir, que concederá a la población británica en suelo español los mismos derechos que a los españoles se les concedan en la Gran Bretaña. Ni uno más, ni uno menos. Por tanto, el balón está en el tejado de las autoridades del Reino Unido. Este país ha sido el que ha generado el problema y, por tanto, debe ser el que aporte las soluciones principales. Uno de los escollos más difíciles de salvar es que, precisamente, uno de los principales argumentos de los partidarios del Brexit para pedir el voto afirmativo en el referéndum fue el de arremeter, con evidente demagogia y destellos de xenofobia, contra los trabajadores extranjeros y comunitarios en el Reino Unido. Recular ahora en estas cuestiones será especialmente complicado para los brexiters.
Una vez más se comprueba el enorme daño que una generación de políticos irresponsables puede causar al país que dicen servir con devoción. El Gobierno británico todavía está a tiempo de respirar hondo, meditar y rectificar una medida que, desde luego, hará daño a ciudadanos españoles y andaluces, pero también a muchos británicos que viven estos días momentos angustiosos.
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