Editorial
La Corona, en su sitio
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La dura sentencia de la Audiencia Nacional sobre el caso Gürtel, conocida ayer, vuelve a proyectar ante la opinión pública la imagen de un Partido Popular herido gravemente por la corrupción. No sólo porque los principales miembros de la trama, Francisco Correa y Luis Bárcenas, hayan sido condenados a 51 y 33 años de cárcel, respectivamente, sino sobre todo porque en la sentencia se apunta directamente al mismo PP al afirmar que entre esta formación y las empresas de Correa "se tejió un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional". La sentencia, en definitiva, viene a confirmar lo que ya se sospechaba, que los corruptos camparon a sus anchas durante demasiado tiempo por los despachos y oficinas de Génova.
El desenlace del caso Gürtel se une a un rosario de malas noticias que ponen al PP al borde del abismo. No hay semana que los españoles no nos sorprendamos con algún nuevo escándalo en un partido que, no lo olvidemos, está gobernando la nación. Asimismo, la decisión judicial abunda en la profunda crisis que está viviendo la formación de centroderecha, que contempla impotente como está en caída libre en las encuestas en beneficio de Ciudadanos, el partido liderado por Albert Rivera que ya ha lanzado una clara opa hostil a la formación azul. Ante esta situación, el PP sólo confía en que los dos años ganados por Rajoy con la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado permitan una remontada en las encuestas basada en los buenos resultados económicos. Una estrategia un tanto arriesgada si se tiene en cuenta que la subida del precio del petróleo y otros factores apuntan a una ralentización del crecimiento de las economías europeas.
Muchas veces hemos defendido la necesidad de que el PP sea un partido fuerte, en tanto que es uno de los pilares de la democracia española tal como la hemos concebido hasta ahora. Sin embargo, los populares tienen que tomarse muy en serio el grave problema de la corrupción. Hoy por hoy, son cada vez más los ciudadanos que lo perciben como un partido que ha sido infiltrado por una serie de elementos extractivos que se han enriquecido de manera obscena. Actualmente, gran parte de los principales nombres del PP de Aznar están investigados, procesados o condenados por diversos delitos relacionados con la corrupción. El legado es desolador y hace temer lo peor para el futuro del que, hasta que las urnas no demuestren lo contrario, es el partido de referencia para millones de ciudadanos.
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