Europa habla en China

Pedro Sánchez cumplió durante su viaje a Pekín la doble misión con la que iba. Por un lado, tomar en nombre de la Unión Europea la temperatura de la posición china con respecto a la crisis de Ucrania; por el otro, reforzar los lazos económicos de España con el gigante asiático, un mercado en el que hay que estar si se quiere representar algo en el comercio mundial. Posiblemente sea el primer aspecto el que más interés había despertado si se tiene en cuenta que el jefe del Gobierno español visitaba al dictador Xi Jinping pocos días después de que éste regresara de Moscú, donde reforzó la posición de Vladimir Putin con una propuesta de mediación inaceptable para Ucrania. Ante Xi, Sánchez actuó no sólo como representante de una potencia media que pertenece la OTAN y mantiene una postura clara con respecto a la guerra. También acudió como próximo presidente de turno de la UE y como tal defendió ante el líder chino el plan de paz de Volodimir Zelenski y la necesidad de que Pekín emplee su influencia para detener una "guerra ilegal". China es en estos momentos una superpotencia que se mide con Estados Unidos en la esfera internacional y que compite con Washington por la primacía mundial. Como tal va a tener mucho que decir en el futuro de la crisis ucraniana y su participación será decisiva en el resultado final. Hasta cierto punto está en manos de Xi eternizar la conflagración si persiste en su respaldo implícito a Putin o ponerle fin si entiende que Moscú ha perpetrado una agresión ilegal contra un Estado soberano. El régimen chino mira con un ojo lo que ocurre en Ucrania, pero tiene mucha atención puesta en la desestabilización creciente del Pacífico y en lo que pase con Taiwán. Que Europa se haga oír con claridad en Pekín es importante: que en esta ocasión lo haya hecho Pedro Sánchez refuerza la posición de España dentro de la UE.