Editorial
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La secretaria general del PSOE de Sevilla, Verónica Pérez, insistió ayer en la idea de que Susana Díaz es "la que tiene más votos" y, por tanto, se presentará a su investidura como presidenta de la Junta de Andalucía. De esta manera, Pérez (una mujer de la más estricta confianza de la secretaria general del PSOE andaluz) insiste de forma contumaz en dos errores. El primero es la idea de que una persona puede presentarse a la Presidencia del Gobierno andaluz por propia voluntad. Todo el mundo sabe que es la presidenta del Parlamento -actualmente, Marta Bosquet, parlamentaria por Ciudadanos- la encargada de proponer a un candidato tras las pertinentes consultas y vistas las posibilidades aritméticas de los diferentes partidos. El segundo error (más fingido que real) es pensar que el partido más votado en las urnas es el que está legitimado para gobernar. En las democracias representativas son los parlamentos los que eligen a los presidentes y de nada sirve acumular más sufragios que nadie si no se suman los escaños necesarios. El PSOE andaluz conoce mejor que nadie esta cuestión, pues llegó a gobernar en 2012 gracias a su pacto con Izquierda Unida, pese a que el candidato más votado en las elecciones había sido el candidato popular, Javier Arenas. La falsa inocencia del PSOE en esta cuestión le resta seriedad a sus argumentos. Para que no quepa duda de que la postura del PSOE andaluz es puro voluntarismo y, a veces, roza la pataleta, Marta Bosquet ya ha deslizado que dará prioridad al candidato popular, Juanma Moreno, sobre Susana Díaz, aunque sin mencionar sus nombres. No podía ser de otra manera, ya que es el único candidato con posibilidades de prosperar en una Cámara donde las fuerzas de centroderecha suman mayoría absoluta y tienen vocación de entenderse, pese a los roces vistos en las últimas horas.
El PSOE tiene el derecho y la obligación de trazar y seguir estrategias políticas para defender sus ideas y postulados, pero eso no debería pasar por engañarse a sí mismo y a su electorado. Hoy por hoy, sabe perfectamente que la candidatura de Susana Díaz a la Presidencia de la Junta es inviable. Apenas puede intentar fomentar las diferencias y rencillas entre los partidos del bloque del cambio (PP, Cs y Vox) y retrasar algo la elección de Juanma Moreno unos días, pero esto no supondrá ningún beneficio para Andalucía, sino más bien todo lo contrario. El pasado 2-D los electores decidieron desbancar al PSOE del poder autonómico andaluz posibilitando un pacto parlamentario de las fuerzas que, precisamente, se habían marcado como primer objetivo tal fin. Esto lo debe comprender el PSOE de una vez para corregir los errores que le han llevado a esta situación.
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