Andalucía y Portugal

Andalucía por su extensión, equiparable a la de algunas naciones europeas, y su posición geográfica se ve condicionada por la política exterior de España más que otros territorios del Estado. La cercanía con Marruecos constituye un elemento de tensión permanente que tiene en el tráfico ilegal de personas y de drogas sus realidades más preocupantes. El hecho de que en la región se ubique la única colonia que todavía existe en Europa es otro elemento distorsionador en una comarca, como el Campo de Gibraltar, con numerosos problemas sociales y económicos. Es el caso de Portugal, con una frontera terrestre y fluvial extensa, el que en principio presenta más condiciones para convertir la relación entre los dos países en un factor de progreso y desarrollo. Pero estas oportunidades han sido ignoradas o minusvaloradas por los sucesivos gobiernos de España. Es lo que ocurre en la actualidad con dos cuestiones de una enorme trascendencia. Por un lado, la negociación entre Madrid y Lisboa para posibilitar el uso en Huelva de agua proveniente del pantano de Alqueva, el mayor embalse de Europa occidental, situado en el cauce del Guadiana, experimenta un retraso considerable en medio de buenas palabras sin concreción efectiva. Por el otro, el desdén con el que el Gobierno ha tratado el proyecto de conexión por tren de alta velocidad entre Faro y Sevilla corrobora la escasa importancia que se le da a los temas transfronterizos. Mientras que Portugal ha mostrado interés en su posible realización, en España, solo tras muchas gestiones de las ciudades afectadas y de la Junta, el Ministerio de Transportes anunció el lunes la conclusión del estudio informativo para el proyecto de AVE entre Sevilla y Huelva. Andalucía tiene una oportunidad con Portugal para desarrollos en los terrenos turísticos, comerciales y de infraestructuras e ignorarlo es una muestra de torpeza política. Hay muchas razones para que proyectos como el AVE Faro-Sevilla sean algo más que un sueño de difícil realización.