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Finalmente será Belgrado y no Málaga la que albergará la Exposición Internacional de 2027 y no será la sostenibilidad sino el ocio el lema central de la muestra. La opción de la capital de Serbia no se había contemplado al inicio como una de las grandes oponentes. Asia con la tailandesa Phuket y la norteamericana Bloomington, a priori, se presentaban como los rivales a batir. Pero en la recta final emergió Belgrado y los que pronosticaron que podría alzarse con la elección, acertaron. Once votos de diferencia sobre Málaga en la cuarta y última votación entre las dos finalistas. La decepción es lógica. La proyección internacional alcanzada por la capital de la Costa del Sol en los últimos años, con presencia en los medios de comunicación más importantes del mundo, le otorgaban ese favoritismo interiorizado en la propia delegación malagueña. El no supone un jarro de agua fría por inesperado. Es la segunda vez que Málaga compite por albergar un gran evento internacional con similar resultado. La primera fue por la Capitalidad Cultural Europea de 2016. Pero tras aquella primera derrota la ciudad avanzó con cimientos más sólidos que los que proporciona un escaparate con fecha de caducidad. El alcalde Francisco de la Torre quiso, de nuevo, buscar una competición, posiblemente en el convencimiento de que así sería más factible lograr las millonarias inversiones que quiere acometer. Pero ni el demandado auditorio, ni la necesaria ampliación del Palacio de Ferias, ni las viviendas públicas que se precisan o el denominado Plan Litoral exigen organizar una muestra internacional. La cinta ya no se cortará, pero los desafíos continúan vigentes. También los ligados a la propia sostenibilidad para mostrar al mundo cómo se convertir una urbe en un espacio más habitable. Ese espíritu sigue vivo. Málaga ya disfruta de una expo anual con varios millones de visitantes asegurados que pueden dar fe de esa transformación.
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