Más necesaria que nunca

La Constitución de 1978, de cuya aprobación en referéndum se cumplen hoy 45 años, ha sido la base sobre la que se ha construido el mayor periodo de libertad y progreso que se conoce en la historia de España. Esta afirmación, repetida hasta la saciedad y convertida casi en un tópico, cobra ahora nueva vigencia y recupera todo su sentido. Los diversos hechos que han jalonado la vida política española desde las elecciones del pasado julio, y en especial los acuerdos que han posibilitado la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, han supuesto un pulso a la Carta Magna. Se miren por donde se miren, los sucesos de 2017 en Cataluña fueron un golpe contra la Constitución, que obligó al Estado a actuar con medidas previstas en el propio texto fundamental para garantizar su defensa. El hecho de que ahora esos comportamientos delictivos se vean amnistiados supone una desautorización expresa de lo que entonces se hizo con el consenso de los dos grandes partidos que han actuado a lo largo de este casi medio siglo como base de nuestra democracia. El nuevo rumbo adoptado por el PSOE abre territorios inexplorados en la política española que, en cualquier caso, van a debilitar la calidad del sistema. Pero, además, esos acuerdos van a romper el principio de igualdad entre los territorios, que es una de las bases del orden constitucional y abren la vía para que se pueda plantear, en esta misma legislatura, una consulta sobre la autodeterminación, lo que supone un atentado contra la cohesión nacional. Con estos condicionantes, la defensa de la Constitución, como marco de convivencia entre todos los españoles, se hace más perentoria que nunca. Esta es una necesidad que traspasa los límites de las organizaciones políticas y que concierne a toda la sociedad. Hemos llegado a una situación, inimaginable hace tan solo unos meses, en la que está en riesgo todo lo conseguido desde el ya muy lejano 6 de diciembre de 1978.