Editorial
Hay que darse mucha más prisa
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Vitoria fue notaria el sábado del descenso del Málaga Club de Fútbol a Primera RFEF, el mayor golpe recibido por el fútbol de la capital desde la funesta desaparición del Club Deportivo Málaga en 1992. En 1998 se consiguió volver, tras la refundación, al balompié profesional. 17 temporadas en Primera y ocho más en Segunda, se cierra un ciclo para caer a una categoría bastante distinta, de mayor nivel que la extinta Segunda B y que es un pozo negro del que cuesta escapar. El ejemplo del Deportivo de La Coruña, ya tres años atrapado ahí, es lapidario.
La Málaga que presume de pujanza y éxito tiene una mancha grande con el fútbol. Más allá del sentimiento, varios cientos de malaguistas se han cruzado la Península repetidamente en las últimas semanas para no dejar solo al equipo en su decrepitud, el balón es un vehículo potente de imagen y prestigio. Málaga opta a ser sede del Mundial 2030 al que aspira España (con Portugal y Marruecos), hay una remodelación prevista de La Rosaleda. Y habrá la próxima temporada nada menos que 42 clubes españoles por encima en el escalafón. 42 clubes mejores que el Málaga.
Tiene muchos padres este fracaso. Es tentador y el recurso fácil es señalar a Al-Thani. Los primeros que lo hacen son los que le pusieron alfombra roja. Es el primer y principal culpable, pero no el único. Hay un proceso judicial abierto contra el jeque catarí, propietario del club e inocente hasta que se demuestre lo contrario. El administrador judicial, más de tres años en el cargo, saneó la institución en un momento crítico, pero le ha gustado la foto y eligió mal deportivamente. Existe mucho arrimado intentando meter la cabeza o aprovecharse de la entidad, el fútbol es dinero, contactos y presencia. En año de elecciones las Administraciones inyectaron dinero y también fisgonearon. Toca desinfectar esta herida profunda en La Rosaleda, construir, elegir bien, ser humildes y no errar tanto para devolver al Málaga al lugar que merece.
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