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En la actualidad sólo podemos acercarnos a la Gran Explosión (Big Bang) del universo a través de una radiación muy pequeña de microondas constante y uniforme, que en realidad es un ruido de fondo cósmico; pequeña radiación superfría que procede de ese gran momento. Esto fue descubierto en 1964 por los astrónomos Penzias y Wodrow y les valió el Premio Nobel.
Dentro de unos meses, gracias al telescopio Webb (a punto de situarse en su órbita fijada a más de 1,6 millones de kilómetros de la Tierra), una vez despliegue y calibre todos sus aparatos, podremos acercarnos muchísimo más a ese momento de expansión y descubrir, quizás, qué lo produjo y por qué.
El físico ruso Alexander Friedmand le escribió a Einstein diciéndole que, en base a sus ecuaciones de la teoría de la relatividad, podía describir un cosmos en expansión. Einstein rechazó la idea ya que para él el cosmos tenía que ser eterno y estático. Aparece entonces un cura católico belga George Lemaitre que corroboró esta teoría del Universo en expansión. Ya había astrónomos que habían encontrado indicios de ello. Además de sacerdote, Lemaitre era un físico formado en Lovaina, Cambridge y Boston (MIT).
A Albert Einstein, como he dicho, no le gustó la idea pues significaba que, razonando a la inversa, el universo debió estar condensado en un solo punto y que, por tanto, debió tener un comienzo. El sacerdote belga fue el primero en hablar de ese punto singularísimo o átomo primigenio. A sus colegas les resultaba sospechosa esta idea, pues encajaba muy bien con lo descrito en el Génesis; y más cuando Pío XII apoyo sin reservas esta teoría. Debió pasar algunos años para que se fuera imponiendo en el mundo científico y hoy en día está totalmente aceptada. ¡El Webb va en su búsqueda!
El superfamoso físico alemán Schodinger dio en el Trinity College de Dublín, en 1943, un ciclo de conferencias que levantaron gran expectación en el mundo científico. De ellas salió un pequeño libro titulado ¿Qué es la vida? En su último capítulo Orden, desorden y entropía, y al final del mismo, aparece este pensamiento: "… No es el resultado del burdo trabajo humano, sino de la fina y precisa obra maestra conseguida por la mecánica cuántica del Señor." Sí, sí, han leído bien, Señor en mayúsculas ¿Se refería al Señor que en Números repite constantemente: "Yo soy el Señor"? ¿Se refería al Padre del que habla Jesús de Nazaret en todos los evangelios? ¿Cómo era posible, además, viniendo de un ateo confeso como era él?
Personalmente pienso que este pensamiento conectaba con su teoría, base del libro, donde establece que la materia viva no podía ser explicada por las leyes físicas que en aquellos momentos se conocían, ya que los átomos que la constituyen siguen sus propias leyes. Hoy sabemos que esas leyes son las descubiertas por Watson y Crick sobre la estructura del ADN. Así que esa "física cuántica del Señor" pienso, no fue más que eso: el descubrimiento de esas leyes de los átomos de la materia viva.
¿Será el Webb capaz de darnos otra extraordinaria respuesta al enigma del origen del universo? Los enigmas y las grandes preguntas están ahí para ser respondidas de una forma razonada y científica; es decir, desde la filosofía y desde la ciencia.
Pensar, sentir y percibir son las acciones que definen a los seres humanos donde entran en juego nuestro cerebro y nuestros sentidos. Lo más sorprendente de todo es que un órgano como nuestro cerebro, constituido por partículas, se ordene de forma sorprendente y sea capaz de saltar el escalón físico puro, y llegar a producir un pensamiento que es pura abstracción. Este salto aún nadie sabe cómo y por qué se produce.
Cuanto más investigamos, cuanto más aprendemos, cuanto más descubrimos, nos vamos topando con enigmas y sorpresas y preguntas sin respuestas. Un buen día la ciencia da una respuesta y resuelve uno de los enigmas, pero inmediatamente vuelven a abrirse otros. ¿Llegaremos a un día donde todo pueda ser explicado? Los científicos nos dicen que nunca será posible porque siempre quedará una puerta por abrir.
¿Está Dios detrás de esa puerta última que jamás se podrá abrir? Personalmente, pienso que sí, pero esto es ya una cuestión de fe y ya sabemos que la fe aporta pocos datos rigurosos contrastables.
Parece que, tal como lo estoy planteando, la ciencia esté trabajando en contra de la religión y de las creencias, y que vaya en su camino desenredando nudos de fe. No lo creo así, pues mi búsqueda es una búsqueda razonada y científica, a ser posible, de mi fe, y es absolutamente falso que desde la razón no se pueda llegar a Dios, porque yo creo que Dios es el origen de todo, esa luz primigenia, ese punto de Lemaitre.
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