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La Fundación BBVA, en colaboración con el Ivie y Fedea, ha publicado varios informes a la largo del año sobre la educación en España y sus regiones. En el último de ellos (Diferencias educativas regionales 2000-2016), publicado hace unos días y aún en versión preliminar, nos ofrece una amplia base estadística y analítica para reflexionar sobre la educación en las regiones españolas, en la que observan una elevada heterogeneidad en cuanto al desarrollo educativo.
Desde el año 2000 han aumentado los egresados en todos los niveles formativos y los años promedio de formación, mientras que el gasto fue en aumento hasta 2010, cuando el impacto de la crisis económica contrajo significativamente el gasto público en educación y no fue compensado por el ligero aumento del gasto privado. Aunque esta evolución se produjo de forma similar en Andalucía y en España, en nuestra región siguen perviviendo diferenciales educativos con la media española, y más aún con las regiones más desarrolladas. Así, Andalucía es la comunidad con mayor peso de la población entre 25 y 34 años que solo tienen formación obligatoria (43,6% frente a 33,8% de media en España); los andaluces mayores de 25 años tienen menos años de formación media (9,32 años frente a los 9,98 de los españoles), predominando con más intensidad que en España los analfabetos y los que sólo tienen formación primaria, primer nivel de Secundaria o certificado de profesionalidad, mientras que desde los bachilleres hasta títulos de doctorado universitario tienen más peso en el conjunto de España; y son menos los que realizan formación continua (8,6% frente a 9,9% de media).
Mayores diferencias muestra Andalucía en otros indicadores del sistema educativo, como el elevado número de repetidores en Primaria y, más intensamente, en la ESO, o la elevada tasa de abandono educativo temprano (23,5% frente al 18,3% de media en España y 10,6% en Europa). No obstante, las mayores y más preocupantes deficiencias del sistema educativo andaluz la ponen de manifiesto los informes PISA de la OCDE. En el último, correspondiente al año 2015, Andalucía no solo se situaba la última de todas las autonomías de España, sino que lo era también en Ciencias, y penúltima en comprensión lectora y Matemáticas.
A lo anterior debe sumarse un hecho constatado por multitud de gestores empresariales, y que pertenece más al ámbito de la formación para el empleo que al de la educación regular, como es la escasa o nula oferta de empleo para cubrir puestos de trabajo en especialidades cualificadas.
¿Cuáles son las razones que explican los diferenciales negativos de la educación en Andalucía? Lo primero que debe consignarse es el bajo gasto en educación por habitante menor de 25 años (16,6% inferior a la media nacional), lo que se debe tanto al bajo gasto público como al muy reducido gasto de los hogares, y, como consecuencia, el menor número de ocupados en actividades educativas por habitantes (un 14,6% inferior a la media española). Pero, como pone de manifiesto el informe, los resultados educativos no dependen sólo del gasto, pues seis comunidades (Aragón, Castilla y León, Principado de Asturias, Galicia, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha) consiguen resultados educativos relativamente mejores que lo que cabría esperar de su nivel de gasto, mientras que el País Vasco cosecha resultados mediocres para su elevado gasto en educación.
Además del gasto, se constata que en los resultados educativos son relevantes los entornos socioeconómicos más o menos favorables de los hogares y los centros, el nivel de formación de los padres, las tradiciones y preferencias sociales y las políticas desarrolladas por los gobiernos autonómicos, lo que se concreta en el sistema de gobernanza, los contenidos educativos, la formación de los profesores y sus incentivos (económicos, carrera profesional, reconocimiento social, creatividad e innovación), las normas de gestión, de promoción, etc.
En consecuencia, si compartimos que la educación es la mejor inversión de futuro de cualquier sociedad, tanto como factor de desarrollo personal y colectivo como determinante de la disminución de la desigualdad, se compartirá la necesidad de una mayor inversión pública y privada en Andalucía, pero tanto o más importante es necesario evaluar los factores que limitan la eficiencia y la eficacia del sistema actual y abordar las reformas pertinentes. Ahora que se abre un tiempo electoral sería interesante que los partidos políticos expusiesen sus programas educativos, pero no los lugares comunes de los grandes objetivos, sino sus propuestas de reformas concretas.
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