Luis Aparicio Díaz

El aborto mágico

La tribuna

Los que defienden el aborto padecen un sesgo mágico. Un sesgo que permite afirmar que el sentimiento, de algún modo, determina la existencia

El aborto mágico
El aborto mágico / Rosell

16 de mayo 2022 - 01:34

Leo la tribuna del día 12 de mayo de 2022 de Marta Pérez Escolar y me devuelve a la mente una idea que me ronda desde hace años: la magia del aborto. Yo no voy a contestar a esta tribuna, de la que evidentemente disiento. Me entretendré en señalar por qué me parece que el aborto es algo mágico.

Es mágico el nombre, porque pese a que se cacaree mucho con el aborto, luego el nombre oficial (el de quedar bien) es el de "interrupción voluntaria del embarazo". Mágico porque ya me contarán cómo se puede interrumpir un embarazo, como si fuera la luz apretando un interruptor. Más bien podríamos hablar de EVI, eliminación voluntaria del embarazo.

Es mágico porque, contra toda evidencia científica actual (ni les cuento las que nos quedan por llegar) se empeña en reducir a un ser humano genéticamente distinto a la madre y al padre a un "conjunto de células". Recuerden a doña Bibiana Aído y aquello de que un feto de 13 semanas era un ser vivo, pero no un ser humano.

Es mágico porque resulta que la vida humana en gestación se protege dependiendo de la semana de embarazo. Cómputo que es variable según los países; y dentro de los países, dependiendo de la normativa legal vigente en ese momento. Es magia pensar que hoy el día de antes a la semana 14 el ser humano es digno de protección, y unas horas después de cumplirse las 14 semanas, ya no lo es.

Es magia también la consideración que para los partidarios del aborto tiene el momento del nacimiento. Es algo parecido a lo anterior: ¿qué habrá cambiado en el niño o en la niña que está naciendo para entender que, justo antes de atravesar la vagina, es un feto y justo después, un ser humano? Un misterio.

Es mágico ese momento en que llegan los padres "embarazados" el ginecólogo, llenos de ilusión y alegría por su retoño, y el médico les propone abortar porque el niño va a padecer Síndrome de Down (por ejemplo). Es magia considerar que la vida de ese niño que crece en la barriga de su madre pende de que esté sano o no lo esté, y de la capital decisión de sus padres y el médico que los asiste. Esa especie de vitae necis que potestas redivivo.

Si no queremos vivir en un realismo mágico, en una especie de películ", habrá que partir de que la realidad es tozuda, y la evidencia científica es clara: en el momento de la concepción surge la vida humana. Cualquier de los que leen este artículo tuvieron un inicio de su existencia, y no fue el nacimiento… Fíjense cómo será de determinante, que la genética (esa que nos dirá en unos años si vamos a padecer esta o aquella enfermedad) ya nos decía en ese momento crucial quién íbamos a ser nueve meses después. Cuando nacimos, no nos engañemos, ya teníamos nueve meses cumplidos. Otra cosa será que, como sociedad, la mayoría haya decidido que es legítimo matar a un semejante antes de que nazca cumpliendo una serie de requisitos.

Me hace gracia pensar que ese aparente sesgo religioso que nos achacan a quienes consideramos que la vida es un derecho del ser humano del que se goza dentro y fuera del seno materno. Porque si echamos un vistazo a quienes sostienen lo contrario yo diría que padecen un sesgo mágico. Un sesgo que permite afirmar que el sentimiento, de algún modo, determina la existencia. La verdad, la dignidad del ser humano, es algo secundario. Si yo siento que voy a ser mal padre, mala madre, lo mejor es eliminar al hijo antes de que nazca: así no seré padre o madre. Pero, desde que se concibe a un ser humano, él o ella tiene padre y madre.

Pienso que quizá dentro de 20, 50 o 200 años, cuando la evidencia científica sea tal que, por ejemplo, nos permita curar a bebés con pocas semanas de gestación, echaremos la vista atrás y contemplaremos el aborto y el derecho al aborto como hoy contemplamos la esclavitud y el derecho de propiedad sobre otros seres humanos (bien asentada durante cientos de años, por cierto). Una conducta jurídicamente reconocida, pero bárbara. Como bárbaras son esas imágenes que rulan por Twitter en la que una señora se dirige a un grupo numeroso de personas, a las que les espeta (más o menos): "Señoras, si se quedan embarazadas, corran al centro de abortos, para que succionen y echen fuera a ese pequeño bastardo". Y lo peor de todo: la tormenta de aplausos desatados por tal declaración. Pero no desesperemos: al final la verdad se impone por sí misma, ella solita.

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