La tribuna
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En la teología monoteísta, derivada del judaísmo, dios es trascendental, serio y aburrido. Por el contrario, en la mitología griega los dioses eran, dependiendo del día o del momento, trágicos, celosos, vengativos…, o alegres, amorosos, sibaritas... Bueno, quizá sea porque el dios hebreo creó a los hombres a su imagen y semejanza, mientras que los griegos crearon a los dioses a imagen y semejanza de los hombres. Por eso sería inimaginable que dios tuviese con los ángeles y arcángeles una discusión como la que aquél día, un día cualquiera del tiempo infinito, tuvieron unos cuantos dioses del Olimpo. Discutían, sin lograr ponerse de acuerdo, sobre cuál de las tres islas, Korčula, Lastovo o Mljet, pertenecientes al archipiélago dálmata de la provincia de Dubrovnik, era más bella.
Algunos de los dioses apostaban por la isla de Mljet, también identificada como la isla Ogigia, donde Odiseo (Ulises) se repuso para proseguir con su odisea, permaneciendo siete años bajo los hechizos de su bella naturaleza y los de la ninfa Calipso (la que oculta, significa su nombre), enamorada de él. Homero, en La Odisea, describe así la isla y la gruta donde vivía la ninfa: “Rodeando la gruta, había crecido una verde selva de chopos, álamos y cipreses olorosos donde anidaban aves de luengas alas: búhos, gavilanes y cornejas marinas de ancha lengua, que se ocupaban en cosas del mar”. Mljet es un Parque Nacional y tiene una rica historia, ya que en ella se asentaron los ilirios y después, romanos y bizantinos dejaron su huella hasta que, en 1333, pasó a depender de la República de Ragusa (Dubrovnik). Tiene un pequeño puerto, Polace (Palacio), que debe su nombre al palacio romano allí levantado, del que sobreviven dos torres octogonales de los siglos III y IV. En una colina se encuentra el Veliko Jezero (Lago Grande) del que emerge un islote llamado de Santa María por su convento benedictino del siglo XII. Este convento se reedifico y fortificó en el siglo XVI aunque se conservan de época medieval el claustro, la abadía renacentista y la iglesia románica.
Otros dioses se inclinaban por la belleza de la isla de Korčula, la más grande de las tres, bautizada por los griegos en el siglo VI a.C. como Korkyra Melaina (Corfú negra) por estar cubierta de un tupido e impresionante bosque de pino negro europeo, aunque también la cubren bosques de cipreses, robles, olivos, algarrobos y laureles. Korkyra, es también el nombre griego de la mitológica náyade Córcira, hija del dios del rio Asopo y de la ninfa Métope. Poseidón le echó el ojo, se enamoró y la raptó, y se la llevó a la isla que bautizó con su nombre. Asopo, desesperado por no encontrar a su hija, acudió al mago Acafrón que le dijo dónde estaba. Al final el pobre y afligido padre aceptó el destino de su hija. De la unión de Córcira y Poseidón, nació el héroe Féax, que dio nombre al pueblo de los feacios (habitantes probablemente de Creta) con los que Odiseo pasó bastante tiempo y que, al ser expertos navegantes, le proporcionaron la nave con la que continuó su regreso a Itaca. De ellos dice Homero en La Odisea: “Porque los feacios no se interesan por arcos ni carcajes, sino que dedican sus energías a los mástiles y los remos, y a las bellas embarcaciones que gustan de navegar por los mares cubiertos de espuma”.
La ciudad de Korčula, capital de la isla, fue fundada por el héroe troyano Antenor y, según creen, en ella nació Marco Polo. Tras los griegos, la isla cayó en manos de los romanos (228 a.C.) y posteriormente perteneció a Bizancio hasta el siglo X. En el año 1000 pasó a depender de la República de Venecia, aunque durante cuatro siglos se la disputaron con Ragusa y la Croacia húngara. En 1298, en sus aguas se batieron el cobre, venecianos y genoveses que se alzaron con la victoria e hicieron prisionero a Marco Polo. Pero siguió siendo de Venecia hasta que llegó Napoleón. Tras el corso se la disputaron Austria, Francia, Inglaterra y Rusia. Pasó a manos de Austria, después a Italia, a Yugoslavia y, por fin, a Croacia, que para eso son croatas propiamente dichos.
Korčula está sobre una pequeña península, fortificada (aún quedan restos de la muralla), cuya planta es como una espina de pez, con una calle central que la divide en dos y calles perpendiculares. La bellísima ciudad es una muestra de que la isla fue la cantera de piedra blanca caliza (hoy inactiva) que surtió a numerosas ciudades incluida Venecia. También de allí salieron magníficos canteros y escultores que nos dejaron muestra de su gran maestría en el trabajo de la piedra.
En el puerto se encuentra el torreón Barbarigo (siglo XV) y la airosa torre Torjun (o del Príncipe). Entre ellas está la logia, de la que parte una gran escalinata que conduce a la catedral. Cerca se encuentra la Puerta de la Tierra por la que se accede al casco antiguo de la ciudad. Junto a ella se puede ver la hermosa torre medieval (siglo XIV) del fuerte Revelín. En la plaza de San Marcos, en el centro de la ciudad, se encuentra la homónima Catedral (siglo XV) con una notable fachada. En la entrada, un par de leones esculpidos con una excelente factura nos aguardan y, junto a ellos, los desnudos de Adán y Eva. Un espléndido rosetón se alza sobre dicha entrada y, en la cornisa, un torso humano contempla un enjambre de cabezas de leones, monstruos diversos y una especie de elefante medieval. Espectacular visión cuando quedan iluminados con el fascinante colorido de los atardeceres tornasolados.
Las vistas desde el campanario son auténticamente impactantes. Templos, palacios y casas impregnan toda la pequeña ciudad de aspecto medieval y nos ofrecen interesantes visitas, como la de la casa de Marco Polo, el Museo de los Iconos o la iglesia y el monasterio de los dominicos de San Nicolás. O, si estamos en Korčula en la temporada veraniega, podremos disfrutar de un espectáculo excepcional como es la danza de espadas Morešca. Esta danza data del siglo XVIII y representa la lucha del Rey negro (vestido así) y el rey Blanco (vestido de rojo) por una mujer (¡cómo no!) musulmana llamada Bula que, a pesar de las insinuaciones del rey Negro, no traiciona su amor por el Blanco. Aunque se interpreta como un conflicto entre cristianos y musulmanes, parece que la trama va más por la disputa entre croatas y otomanos.
Los terceros en discordia fueron los dioses que aseguraban que la más bella de las islas era Lastovo y su archipiélago, que constituyen el Parque Natural del mismo nombre. Su orografía tallada en piedra caliza es un laberinto de cuevas que, junto a su estado salvaje, en parte producto de haber estado cerrada al turismo por su adscripción militar, hacen de ella uno de los lugares más bellos y atractivos para el disfrute de la naturaleza. Fueron griegos sus primeros colonizadores y, después, romanos y bizantinos la poseyeron. Disputada por Venecia y Croacia, se quedó bajo el dominio de la República de Ragusa hasta que, en 1918, pasó a manos de los italianos. En su pequeñita capital son características las casas colgantes sobre el mar. En ella podemos contemplar la iglesia parroquial de los Santos Cosme y Damián del siglo XIV, la iglesia de San Blas del siglo XII y la de La Virgen del Campo del siglo XV que está en el cementerio. La ciudad está dominada desde una colina por un antiguo fuerte que fue reconstruido por los franceses en el siglo XIX.
La divina disputa de los olímpicos dioses no tenía fin, así que, después de varios años, tuvo que intervenir Zeus. El dios de los dioses, para acabar con la disputa, decidió enviar a un emisario con el fin de que las contemplara y le dijese cuál de ellas le parecía que era la más bella. El emisario emergió del mar en un lugar equidistante de las tres islas, exactamente a ocho millas náuticas de Mljet, a doce de Korčula y a nueve de Lastovo. Allí pasó largo tiempo observando las islas, las miraba y admiraba a todas las horas del día y de la noche. Sopesaba y comparaba las ventajas y desventajas de cada una. Y, al fin, regresó al Olimpo llevándole a Zeus la conclusión de que no había podido inclinarse por ninguna, que le había sido imposible decidirse. Zeus cabreado por la indecisión lo convirtió en una roca en el mismo sitio donde había estado observando las tres islas. Esa roca, donde está uno de los faros que guardan el archipiélago, es el islote de Glavat, considerado el monumento a la indecisión. Zeus acabó con la disputa de los dioses parodiándo este conocido refrán: “Tres eran, tres, las hijas de Helena; tres eran, tres; y las tres igual de bellas”. De esta forma se reconciliaron brindando por ello con una copa de pošip, un excelente y exclusivo vino, auténtico néctar de los dioses, hecho con una variedad de uva silvestre, que se da en las tres subyugantes islas.
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