Felicidad, qué nombre más raro tienes

Recientemente el CIS ha publicado los resultados de una encuesta sobre la felicidad en España. El 90% de los españoles creemos que lo más importante en la vida es ser feliz, y el 80,4% afirma serlo. Una clienta francesa, actual Change Manager de la Unión Europea, en una sesión de coaching me comentó… “en francés digo estoy feliz, los españoles parece que estáis obligados a serlo”. Habitualmente nos preguntamos si “somos” felices, hasta el CIS lo hace, y huelga decir que en la vida vivimos momentos en los que “estamos” más felices que en otros.

Una visión sobre la felicidad puede ser una valoración general sobre la satisfacción con la vida, CIS reciente, y otra muy distinta qué elementos impulsan mi bienestar como persona. De entre las distintas teorías psicológicas que han abordado la segunda acepción quiero centrar este artículo en la propuesta de la universidad de Pennsylvania, enarbolada por Martin Seligman.

PERMA es el acróstico de (P) Positive Emotions (emociones positivas); (E) Engagement (implicación); (R) Positive Relationships (relaciones positivas); (M) Meaning (Significado o Sentido); (A) Accomplishment (logro).

En cuanto a la P primera, Seligman afirma que las emociones positivas están relacionadas con: la práctica del agradecimiento diario, ser solidario o ayudar a los demás, practicar mindfulness o meditación, ejercicio físico, alimentación saludable, y por lo que es más conocido, desarrollar personalmente un estilo explicativo optimista. Lo que traducido resulta, hacer una valoración equilibrada, en nuestro monólogo interno diario, de los éxitos y fracasos que ocurren en nuestra vida. Seamos prudentes, ni de todo tengo la culpa ni de todo tengo el mérito, además de que no hay mal que cien años dure. Este estilo narrativo al explicarme lo que me pasa afecta a mi autoestima y capacidad de resiliencia.

La E o implicación está relacionada con nuestras fortalezas. Hasta qué punto nuestro trabajo diario o hobbies nos permiten poner en juego nuestras fortalezas o habilidades que mejor se nos dan. Aquello que se nos da naturalmente bien provoca que el tiempo se nos pase más rápido, seamos más creativos y estemos más focalizados. Quien es capaz de encontrar en su trabajo diario tareas que pongan en juego sus habilidades o fortalezas mayor bienestar alcanza.

La R o relaciones positivas es la que el autor considera más importante. Afirma que nadie sale solo de una depresión. Además, el mayor estudio de longevidad de Harvard la sitúa como la variable que más pesa en nuestra capacidad de alargar los años. Si recuerdas los momentos más felices de tu vida probablemente serán los que has estado mejor acompañado.

Mucho se ha debatido sobre el sentido de nuestra vida, o la M de este modelo. Vivir sirviendo a causas que están por encima de ti genera bienestar, un sentido de trascendencia y es un factor de resiliencia de peso. De ahí que la Logoterapia y Víctor Frankl, su fundador, relate en su libro “El hombre en busca de sentido” cómo sobrevivió a Auschwitz. Encontrar el para qué de su vida, contar lo que allí acaeció para que no quedara oculto en la historia, fue uno de sus pilares de resiliencia para la supervivencia.

La A final es la que nos empuja al logro, al virtuosismo, a la victoria, a esa manida frase que se ha vuelto impertinente, “tienes que salir de tu zona de confort”. Y es que dominar el entorno, superar nuestros límites y resolver retos favorablemente es un elemento de bienestar que cierra este modelo.

Continuamente la sociedad de consumo nos empuja a la búsqueda de la felicidad en bienes materiales y al ascenso en el estatus social. Es obvio que el dinero es necesario para satisfacer las necesidades básicas y ciertas comodidades, sin embargo, no es el más determinante. Sí lo es en situaciones de pobreza extrema o exclusión social. Varios estudios han determinado que la felicidad que aporta una buena lotería dura 90 días, después de tres meses eres el mismo infeliz de siempre, si lo eras. Como decía Jacinto Benavente “El dinero no puede hacer que seamos felices, pero es lo único que nos compensa de no serlo”.