Juan Ramón Medina Precioso

La gata Flora en política

La tribuna

7739404 2024-07-16
La gata Flora en política

16 de julio 2024 - 03:07

Bien conocida por el público español, la gata Flora es un mítico animal ambivalente. En su versión para todos los públicos: si le hablas, grita; si te callas, llora. Con gran éxito, se ha metido en política. Siguiendo su tradicional costumbre, la política Flora está de acuerdo con casi todo, pero no así… Le hablas de descarbonizar la economía y lo aprueba, pero pide que se haga de forma justa. ¿En qué consiste eso? En descarbonizar, pero poco, no vaya a ser que la gente acabe padeciendo pobreza energética. Le hablas de energía solar y se muestra de acuerdo, pero nada de grandes plantas solares. ¿Por qué? Porque le quitan terreno de regadío a los agricultores. Y ya se sabe que muchos ciudadanos viven de la agricultura. Ya, pero, ¿cómo se puede impulsar la energía solar sin poner grandes plantas solares? Esa es la típica pregunta reveladora de que no estás a la altura de la gata Flora. Ella quiere descarbonizar sin crear pobreza energética e impulsar las energías renovables sin ocupar grandes extensiones de terrenos. Y, por supuesto, nada de molinos de viento, que estropean el paisaje. O sea, energía eólica sí, pero no así. ¡Esa es mi gata Flora!

De todos modos, todavía no has oído lo mejor. ¿Te acuerdas de que la gata Flora no quería plantas solares porque no dejan espacio a los regadíos? Bueno, pues también dice que hay que reducir los regadíos. ¿Por qué? Porque consumen mucha agua y contaminan el ambiente. ¿En qué quedamos? Esa es otra pregunta que delata la cortedad de miras de los que la critican. Es sencillo, no quiere plantas solares para posibilitar los regadíos, pero no quiere regadíos porque consumen mucha agua, aunque, eso sí, ella está a favor de los mecánicos que se ganan la vida instalando placas y de los agricultores que se la ganan cultivando cebollas. Nada de perjudicar a los trabajadores, pero tampoco al medio ambiente. Solución: decrecer. Esa es una buena idea. En vez de propiciar el desarrollo económico, lo que hay que hacer es decrecer. Pero, eso sí, a la vez hay que subir los salarios y las pensiones. ¿Cómo se hace eso? ¡Pero qué manía de buscar contradicciones! La gata Flora funciona basándose en que hay que cabalgar las contradicciones, que, por otra parte, son cosas de reaccionarios. La inflación es una buena forma de decrecer, pero la gata Flora la desaprueba.

La gata Flora se mueve de maravilla en la política territorial. Ella piensa que España es una nación de naciones, pero está en contra de la secesión de las diferentes naciones. En 2017, la gata Flora votó afirmativamente en el referéndum que convocaron los separatistas en Cataluña, pero en el mismo colegio electoral declaró que estaba en contra de la independencia de Cataluña. ¡Te lo juro! O sea, la gata Flora reconoce el derecho a la autodeterminación de las naciones españolas, pero está en contra de ejercerlo. Dicho de otro modo, está a favor del derecho a divorciarse, pero en contra de divorciarse. Tan poco es tan complicado.

A la gata Flora le gusta la prensa, pero solo la que la halaga. Y es firme partidaria de la trasparencia, pero no admite preguntas en sus ruedas de prensa. Tolerancia cero con la corrupción y contundencia cero con el narcotráfico. ¿O era al revés? No se sabe, porque la gata Flora no distingue bien el revés del derecho.

No le hables de razas a la gata Flora, que eso es despreciable. Lo cuqui, para ella, son las etnias. ¿Cuál es la diferencia? Los catalanes no son ninguna raza, pero son una etnia. De hecho, ya han puesto en marcha un censo para registrar a los auténticos catalanes. No es que la gata Flora se sienta superior, sino que los demás gatos llevan un bache en sus moléculas de ADN. De hecho, la gata Flora es de estire fenicia y sus genes son más parecidos a los de los franceses que a los de los españoles. Lo cual no carece de interés, pues, como se sabe, los fenicios vienen de Cam, mientras que los franceses vienen de Jafet, sendos hijos de Noé. Así que, ¿cómo se puede ser fenicio y francés? Eso solo lo sabe la gata Flora.

La gran novedad es que la gata Flora se ha metido en política municipal. En el ayuntamiento de Sevilla no piensa votar a favor de ninguna propuesta del alcalde hasta que no la incorpore al gobierno municipal. A la vez, ha decidido salirse de todos los gobiernos autonómicos en los que participaba. Donde está fuera, la gata Flora quiere entrar y donde está dentro quiere salir. Hasta ahora, la gata Flora era de extrema izquierda; ahora también es de Vox.

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