Infancia empantallada

La atención es el nuevo oro, el recurso más preciado en esta hiperconexión constante en que vivimos. Pero esta fuente de riqueza también deja su huella. Las evidencias desde las neurociencias constatan la necesidad de analizar el impacto que el permanente contacto con el mundo digital puede tener en el bienestar de niños y niñas. El director de Investigaciones del Instituto Nacional de la Salud (Francia), Michel Desmurget, va aún más allá, señalando que la investigación ha dejado de preguntarse por los efectos nocivos de las pantallas “porque ya saben que son verdad. Lo que ahora podemos hacer es registrar cuáles son los efectos en el cerebro”.

Para algunos, el comienzo de esta vida digital coincide con su primer móvil, como regalo navideño o de cumpleaños en la preadolescencia o como símbolo del ritual de paso a la Secundaria. Para otros muchos de estos nativos digitales, esta exposición permanente a dispositivos, pantallas y redes sociales comienza nada más nacer, por el deseo irrefrenable de presentar en sociedad (digital) al nuevo miembro de la familia. Además, uno de cada cuatro nace antes en el mundo digital que en el analógico, si queremos diferenciarlo, al ser compartidas sus ecografías por las redes sociales. Demasiadas papeletas para quedar enganchado en un ecosistema, el digital, en el que nuestros datos, movimientos y búsquedas generan una riqueza concentrada cada vez en menos personas.

Dentro de una temática tan amplia como es el bienestar y los derechos de la infancia en el ecosistema digital, a la estela de lo que algunas personas expertas denominan “bienestar digital”, en Fundación Educo nos centramos en los efectos de la vida empantallada de la infancia en situación de mayor vulnerabilidad. Y dentro de este colectivo ponemos el foco en aquellos niños y niñas con nulo o escaso acompañamiento de personas adultas en su vida en el mundo digital. Fruto de nuestras investigaciones en esta temática desde hace años con Los niños de la llave (Educo:2017), surgió la llave de casa como elemento simbólico y descriptivo. Muchos niños y niñas la llevan consigo, no porque vivan solas o solos, sino por el hecho de dejar el hogar por las mañanas sin que nadie les despida, o bien regresando sin que nadie les espere. O por ambos motivos.

A ese aislamiento o soledad no deseada en niñas y niños se ha sumado la vida en el ecosistema digital, que constituye el espacio y el tiempo en que desarrollan sus relaciones sociales ya entrelazadas entre lo real y las pantallas. En el mundo digital se generan grandes oportunidades y grandes riesgos. Esta temática ha sido ampliamente abordada en el XV Congreso Español de Sociología que se ha celebrado la pasada semana en la Universidad Pablo de Olavide bajo el título de Sociología para la sociedad digital.

Por otra parte, inmersos como estamos en el inicio de vacaciones, destacamos que este aislamiento no deseado empeora durante el verano. Muchas familias con hijos menores de 18 años, incluso a pesar de tener un empleo, no disponen de recursos suficientes para campamentos ni para disfrutar de al menos una semana de vacaciones al año. La Encuesta de Condiciones de Vida del INE muestra que este indicador de carencia material ha aumentado, afectando a más de 2,7 millones de niños, niñas y adolescentes en España, siendo más de 600.000 de ellos andaluces. Para muchos de ellos, aunque lejos del imaginario colectivo del verano como sinónimo de naturaleza y cambiar de entorno, el mundo digital vuelve a brindarles la opción de relacionarse y tener opciones de ocio y tiempo libre.

Ante el baile de datos y cifras de exposición a pantallas, entre conclusiones que pretenden ser verdades absolutas provenientes de tecnófilos o tecnófobos, es necesario ahondar más en las experiencias de niñas y niños, desde su voz, vivencias y percepciones, como personas expertas y protagonistas de sus propias vidas. Esto es vital para el diseño de políticas públicas que garanticen sus derechos y bienestar. En este sentido, el anteproyecto de ley orgánica para la protección de menores en el entorno digital, actualmente en periodo de recepción de aportes de las entidades que trabajan con la infancia y la adolescencia, se presenta como una gran oportunidad para garantizar sus derechos y bienestar en un ámbito en el que se desarrollan y pasan gran parte de su día a día.