La tribuna
Estado imperfecto
QUIZÁ las dos frases más repetidas este año en Málaga hayan sido “Málaga está de moda” y “Málaga está en su mejor momento”. Lo paradójico es que la primera es indiscutiblemente cierta y la segunda es indiscutiblemente falsa, motivo por el que se la repite constantemente al lado de la primera, para ver si acaba pareciendo también cierta. Pero no, Málaga no está en su mejor momento, y esto no es una opinión, es algo que se puede constatar. Por ejemplo, ¿está Málaga en su mejor momento en términos de desempleo? Pues claramente no. Según los datos del SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal) tenemos un 55% más de demandantes de empleo y un 12,4% más de desempleo juvenil que en 2006. Y no solo eso, la brecha de género del mercado laboral también ha empeorado con respecto al pasado en la ciudad. Con respecto a la mejor situación anterior, el porcentaje de mujeres afiliadas a la seguridad social ha empeorado un 0,6%, el de contratos realizados por mujeres un 1,7%, el de mujeres demandantes de empleo un 7,0% y el de mujeres demandantes de empleo entre 30 y 44 años un 9,2%.
¿Y en renta? ¿Estamos en nuestro mejor momento en términos de renta? Pues tampoco. Si calculamos el poder adquisitivo en Málaga capital, usando los datos de Renta Neta Media por persona y el conversor a su valor actual del INE, en Málaga tenemos un 1% menos de poder adquisitivo que en 2019 y los asalariados un 7% menos que en 2019. Como municipio, con los últimos datos, Málaga pasó de estar en el 54% de los municipios más pobres de España a estar en el 64%. Es decir, empeoró. Si lo miramos por secciones censales, un área algo más grande que una manzana, con los datos del último año solo mejoraron en renta un 38,7% de las secciones censales de Málaga capital y la diferencia entre la renta más alta y la más baja aumentó un 2,8%. Mientras tanto, según los cálculos de Fotocasa, el precio del alquiler en Málaga ha sufrido este año la subida más elevada de la historia, con un incremento interanual del 26,9%. Y según los datos del último informe inmobiliario del OMAU (el Observatorio de Medio Ambiente Urbano del Ayuntamiento de Málaga), el precio de la vivienda en Málaga capital subió un 11,7%, con subidas del 28,76% en la zona de la Rosaleda y del 13,49% el Litoral Oeste.
¿Y en población? En ese último informe del OMAU se señala que “casi todos los barrios construidos hasta los años ochenta han perdido población”. Entre el 2020 y 2021, los distritos 1 a 7 de Málaga (los no periféricos de la ciudad) perdieron 2,634 personas, y desde 2006 a 2021 perdieron 9,071 personas. Más grave es la situación si además nos fijamos en la población joven: entre 2003 y 2021, el número de menores de 35 años en Málaga capital se ha reducido en 47,689 personas. Eso, entre otras cosas, ha provocado un descenso en picado de la natalidad en la ciudad: desde 2014 el número de nacidos por cada mil defunciones se ha reducido en un 46%. Mientras tanto, la esperanza de vida en la ciudad, un indicador básico de bienestar, ha bajado un 0,4% con respecto a 2018, según los datos del INE.
Y este empeoramiento además no sorprende a nadie. Málaga tiene una economía basada en el turismo, y, como cualquier economía de este tipo, presenta un alto porcentaje de paro, una alta precariedad laboral y, en consecuencia, un alto porcentaje de rentas bajas. Estas circunstancias hacen que seamos muy sensibles a las crisis económicas, que reducen el turismo, y a los ciclos inflacionistas, las subidas de precios que ahorcan a las rentas bajas. Y en Málaga se da la tormenta perfecta. Por un lado, aún estamos saliendo de la crisis provocada por la pandemia y por el otro sufrimos dos crisis inflacionistas muy pronunciadas. La específica, provocada por la subida histórica en los precios del alquiler y la vivienda en Málaga, y la general, provocada por la crisis energética global. En estas circunstancias no es difícil entender que toda la zona baja de nuestra economía, que es muy muy amplia, se resiente muchísimo, como refleja justamente el chorreo de cifras anterior. Y por eso pretender que una economía como la nuestra, en estas circunstancias, pueda estar en su mejor momento es simplemente disparatado, siendo muy muy benévolo.
Pero el problema es que para mostrar esto he necesitado más de 700 palabras y cuatro párrafos preñados de odiosos y aburridos números. Para decir que Málaga está en su mejor momento, sin embargo, solo hacen falta cinco palabras, repetidas hasta la saciedad y acompañadas de una frase que sí que es indiscutiblemente cierta: Málaga está de moda. Ese es el truco, por otra parte muy simplón: acompañar una gran mentira con una verdad y con alguna verdad a medias. Resulta obvio que alguien está en su mejor momento en la ciudad, pero ni lejanamente la mayoría está en su mejor momento. Y el engaño no solo es cutre, sino que además es fácilmente constatable, sobre todo para cualquiera que se haya tenido que ir a vivir a 50 kilómetros, o que tras pagar el alquiler no le quede ni pelusa en los bolsillos.
Y cualquiera puede entender también qué estar tan de moda está agravando aún más esta situación: cuanto mayor es el atractivo turístico de una ciudad, más se disparan el precio del alquiler y de la vivienda, y más se empobrecen, en consecuencia, las rentas medias y bajas. Y no hace falta un doctorado para darte cuenta de esto, pero si te quejas y pides soluciones, y una regulación y un control, los que se benefician de estar tan de moda te convierten en Satán. Eres el enemigo del progreso, pero realmente solo eres un obstáculo para su progreso particular, eso es todo. No estamos en contra del progreso, solo estamos en contra de que el progreso descontrolado de algunos se convierta en la ruina descarnada de los demás. Lo único que se pide es que se regule y se ordene ese progreso para que no suponga un retroceso para el resto. Eso es todo. Bueno, y, a ser posible, que no nos sigan tomando por gilipollas.
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