Javier Soriano

La nueva ruta de la seda

La tribuna

La nueva ruta de la seda
La nueva ruta de la seda / Rosell

24 de abril 2023 - 01:32

Antaño para nuestro mundo Occidental, el Mediterráneo fue el Mar por excelencia, a través del cual se comercializó con Oriente, de donde nos llegaron productos de lujo como alfombras persas, sedas, porcelanas chinas, objetos exóticos y sobre todo, especias. Los comerciantes europeos navegaron hasta el extremo oriental del Mediterráneo y allí, en puertos sirios o egipcios, compraron productos de Oriente a los comerciantes musulmanes, que conseguían estos productos viajando por mar hacia la India, o por tierra por la famosa Ruta de la Seda, que partía de China, que era una red de itinerarios entrecruzados, las rutas de las caravanas y los caminos secundarios que se extendían desde China hasta el Mediterráneo oriental, con importantes ramificaciones que llegaban hasta el subcontinente indio.

Pero la expansión del Imperio Otomano, con la caída en su poder de Constantinopla en 1453, dejó el control de esta importante red comercial en sus manos. En la carrera por la búsqueda de nuevas rutas hacia Oriente eludiendo el control turco, se nos adelantó Portugal bordeando África, llegando a Catay, Cipango y Timor, y creando una red de alianzas y de comercio.

El objetivo de Cristóbal Colón no fue otro que navegar hacia el oeste hasta las Indias, buscando una nueva ruta que eludiera el control turco en el Mediterráneo y el portugués en las costas africanas. Descubrió un continente pero no pudo encontrar un paso marítimo a Asia, que fue descubierto por Magallanes, llegando hasta las Indias por una ruta inversa a la que se seguía entonces.

Siglos después, la lucha por el control de las redes comerciales se reaviva con el proyecto del Cinturón y la Ruta (Belt and Road), o también denominado la Nueva Ruta de la Seda (New Silk Road), liderado por China, que tiene como objetivo crear complejas rutas terrestres y marítimas para conectar a esta nación con sus principales mercados y proveedores. El principal foco radica en conectar China con Europa a través del cinturón terrestre Euroasiático de unos 12 mil kilómetros de distancia, que evoca la ancestral ruta de la seda, comprometiendo directamente a unos 68 países a su paso, que concentran un 65% de la población mundial y el 40% del PIB global. Sin embargo, esta es una más de una compleja red de rutas y corredores económicos que involucran a por lo menos 158 países.

El proyecto del Cinturón y la Ruta tiene dos componentes: el Terrestre denominado El Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y el Marítimo denominado La Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI. El componente terrestre contempla la creación de tres rutas geográficas que parten de China: la primera, hasta Europa, pasando por Rusia. La segunda, hasta el Golfo Pérsico y el Mediterráneo pasando por Asia Central y Occidental. Y la tercera, hasta el océano Índico a través de los países que bordean India. El componente marítimo comenzará en la provincia de Fujian y pasará por Guangdong, Guangxi y Hainan, antes de dirigirse hacia el sur hasta el Estrecho de Malaca. Desde Kuala Lumpur, la ruta seguirá a Kolkata y Colombo, luego cruzará el resto del

Océano Índico en dirección a Nairobi; y desde ese punto del continente africano, recorrerá el Cuerno de África buscando atravesar el estratégico Golfo de Adén hasta llegar al Mar Rojo.

El desarrollo de dichos corredores económicos implican inversiones en proyectos concretos de infraestructura que deben ser desarrollados: vías ferroviarias, carreteras, puertos, aeropuertos, telecomunicaciones, energía eléctrica, oleoductos y gasoductos. Es, sin lugar a dudas, el proyecto de desarrollo de infraestructuras trasnacional y transoceánico más grande y ambicioso de la historia, por el que China, financiándolo, ejercerá su liderazgo e influencia a nivel global. La generación de estos flujos de capital puede generar la reorganización del sistema económico internacional, con dos sistemas paralelos basados en modelos de desarrollo diferentes (chino frente a estadounidense). Por lo que es evidente que esta nueva red comercial proyectada por China choca claramente con los intereses geoestratégicos estadounidenses y a su liderazgo global.

La existencia de una base militar china en Djibouti, la financiación de puertos en naciones como Grecia, Pakistán, Bangladesh, Sri Lanka, Myanmar, Tailandia, o el papel que está jugando China en la guerra de Ucrania, son consecuencia de su estrategia para alcanzar el liderazgo mundial a través de este macroproyecto de nueva ruta de la seda.

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