La tribuna
Atisbando el remplazo cultural
La decadencia de los medios informativos no es cierta. El periodismo no ha muerto. Y digo más, cada vez estará más fuerte y necesario para fortalecer la democracia, en un mundo dominado por la extrema derecha con tendencias fascistas y nazis y por los populismos que manejan los hilos informativos a su antojo, instalándose en las mentiras, los bulos y las noticias falsas. Viven de la mentira y hay partidos que han hecho de la misma su mejor razón de oposición, aquí en España y en muchos países europeos. Desconocer esta realidad o hacer como la avestruz escondiendo la cabeza nos lleva ya a situaciones límites. Días atrás, por ejemplo, un conocido abogado instalado en la extrema derecha acusaba nada menos que a nueve ministros del Gobierno Sánchez, a su mujer y hasta a la mujer de Rodríguez Zapatero de tener cuentas corrientes en la Dominica. Todo mentira como probó la fiscalía. Lo peor es que el partido que pretende ser gobierno hizo suyo tal bulo.
¿Cómo luchar contra ello? ¿Cómo poner coto a quienes hacen de la mentira, de las noticias falsas su principal razón de ser; de su existencia social, política y mediática? La respuesta ni es fácil y menos aún dar con la tecla. Pero coincido con lo expuesto por dos profesores de la UMA y excelentes profesionales como son Juan Antonio García Galindo y Elena Blanco cuando afirman que sólo la calidad informativa, el verdadero periodismo es el mejor antídoto. Contrastar, verificar las noticias y hacer un periodismo con rigor, objetivo y cercano a los ciudadanos. En una palabra: Depende de los auténticos periodistas y de las asociaciones de prensa ser los principales actores en la lucha para terminar con esta plaga, ya endémica y que tiene desorientado a millones de lectores. Dice Baltasar Garzón que la mentira, hoy en día, vale tanto o más que la verdad. Ante ello, no nos podemos callar. Como decía el histórico Manuel Castillo hoy en día, con las redes a su alcance, cualquiera puede ser periodista. No podemos pasar por ello.
En estos días la Asociación de Prensa de Málaga premia a tres acreditados profesionales de este oficio, Agustín Peláez, Bella Palomo e Ignacio San Martín, ejemplo manifiesto del periodismo de calidad, hecho con rigor. Esta celebración del periodismo evidencia que hay futuro, que los periodistas profesionales, que aman este oficio son capaces de desafiar la mentira y la medias verdades. Pero hay más y quizás por eso soy optimista sobre nuestro futuro, como es el incremento, a veces espectacular, de las suscripciones a los periódicos digitales. Los tres diarios de Málaga, el Sur, La Opinión y Málaga Hoy pueden dar fe de ello. Una gran parte de la sociedad civil malagueña apuesta por dar su apoyo a un periodismo digno, riguroso, objetivo, alejado de las noticias falsas y que, día a día, evidencia cumplir los protocolos de este oficio.
Esperar que lo hagan quienes se forran y se hacen millonarios con el imperialismo de las nuevas tecnologías sería nuestro gran error. Ellos nunca pondrán coto a las mentiras, a los bulos, a las medias verdades. Y en esta esquizofrénico escenario no esperemos que quienes se han instalado, viven y comulgan de la desinformación con panfletos que aparentan ser periódicos decidan cambiar. La mentira es su negocio, social y político. Estos patibularios no cederán porque se han instalado en las sandeces y estupideces, cargadas de odio y de bilis. Por decirlo alto y claro: son mensajeros de la derecha extrema y de la extrema derecha, de los populistas y dictadores, sea su signo el que sea, que nunca arrojarán la toalla mientras haya instituciones que los amamanten con dinero público, con tus impuestos y los míos. Estos pseudomedios se dan de la mano a la hora de amasar miles de euros y fabricar noticias falsas.
En estos días hemos padecido la campaña ultra llamando a agredir a periodistas e incluso con amenazas directas a los mismos y a sus familias. Este discurso de odio contra la prensa me recuerda cuando en la dictadura franquista se quemaban periódicos y libros (Léase, entre otros al gallego Manuel Vilas o a Manuel Longares). Amedrentar a los medios informativos y a sus periodistas se ha convertido en cacería que los movimientos ultras ejercen de forma casi impune. La libertad de prensa y el derecho a la información están garantizadas en la Constitución y, como se afirma, es pilar básico en defensa de la democracia. Quienes van ejerciendo de nazis y fascistas esto se lo pasan por la entrepierna y asistimos, sin asombro, como acreditadas caras de la derecha extrema y de la extrema derecha que se suben al estrado parlamentario para fabricar medias verdades, las más peligrosas, y como no le es suficiente sacan a pasear a sicarios y adláteres, de vocación mafiosa, especialistas en aplicar la extorsión, el miedo y la provocación a periodistas que se limitan a ejercer este noble oficio.
No lo conseguirán mientras existamos quienes, con todas las fuerzas del mundo, seamos capaces de enterrar y despreciar a personajes como Steve Banon, que fuera lazarillo de Trump en Europa que proclamó que la mejor manera de hundir la democracia es “inundar el terreno de mierda”, o sea, los medios informativos. En España hay más de un político (a) que se ha especializado en hacer realidad esta miserable recomendación y que alineados en el más puro fascismo hayan abierta la lucha contra quienes hacen periodismo de verdad.
Y se me llevan los demonios cuando conocemos a instituciones y políticos que permiten rentabilizar el bulo, la mentira, el odio y la crispación. Que no sólo lo permiten sino que los apoyan con dinero público para que estos pseudoperiodistas y panfletos ultras hagan negocio, vivan y pervivan gracias a las noticias falsas, capaces de ganar un espacio político e influir fomentando, tal y como afirma el escritor Vasquez, “la polarización, el tribalismo, el odio y las bilis”.
Mientras haya y existan periodistas de verdad, no lo conseguirán. Hace falta más periodismo que nunca y como afirma Luis García Montero hay que oponerse a la mentira y defender la verdad sin dogmas. Es nuestra obligación y es nuestro derecho.
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