Carlos Taillefer - Productor y cineasta

La 'Petit Croisette' de Málaga

La Tribuna

Paseo marítimo de Cannes, La Petite Maison
Puerto de Cannes / Johan Wessman

Increíble, pero cierto. Veintiocho años han sido necesarios para que la dirección del Festival de Málaga se dé cuenta de que estamos en una ciudad con mar, llamado, además, Mediterráneo. Bienvenido sea haberse dado cuenta del asunto. Con el primer director del festival, las espaldas al mar fueron rotundas; parecía que Málaga era una ciudad de interior, que miraba al norte.

Inolvidable, hay hemeroteca de ello, cuando, en la primera edición del festival celebrado en el mes de junio, preguntaron a su director: "Sr. Castiel, ¿no tiene usted miedo de haber programado las fechas pocos días después del Festival de Cannes?", el cual era en mayo. Y contestó: "Las playas de Málaga son mejores que las de Cannes", frase que ocupa un buen lugar en la antología del disparate.

Entre las tropelías del principio, hubo un año donde un grupo de políticos y vips malagueños, cuando Antonio Garrido era director del Instituto Cervantes, fue a "vender" nuestro festival nada más y nada menos que a Nueva York. Sí, señor. Un festival de cine español desconocido presentado en la ciudad de los rascacielos. Menos mal que poco tiempo después fue el escritor Antonio Muñoz Molina quien tomó las riendas del instituto mencionado.

El tercer director del festival, el Sr. Vigar, al menos trasladó inmediatamente los photocalls del festival a diferentes espacios del puerto; un cambio radical y bueno, ya que muchos se dieron cuenta de que Málaga tenía puerto y una visión del fondo de la ciudad, catedral, alcazaba, etc., verdaderamente espectaculares. A su vez, hemos tenido que esperar a la vigésimo octava edición para iniciar, y esperemos que continúe en el futuro, actividades paralelas y encuentros en el paseo marítimo. El nuestro es lo más parecido, en pequeño y salvando las distancias, a la Croisette de Cannes. Claro que aquí no tenemos salas de cine y sólo un hotel de lujo, en oposición a la decena de Cannes. Y, sobre todo, no tenemos un istmo que nos lleve a un Palais du Festival, que fue creado artificialmente para concentrar lo más importante en Cannes; hasta entonces se celebraba a lo largo de la Croisette. Algo así como si en Málaga lo hiciéramos entre el morro de levante y los baños del Carmen. Bienvenida sea de cualquier forma esta inmensa novedad que deseamos siga creciendo en el futuro. Enhorabuena por el cambio.

La edición de este año, su sección oficial a concurso ha sido un aciertoy de gran calidad, buena cosecha. Fueron veintidós películas las que optaron al concurso, que debería ser el número habitual, entre dieciocho y veintidós.

Lo de las veintiuna películas fuera de competición, pero en sección oficial,esun absurdo gigantesco, por innumerables motivos y cuestiones también técnicas/organizativas, pero especialmente porque esta sección se ha convertido en una especie de intercambio de "cromos": "Mira, tu película no me gusta para el concurso" o "no me cabe ya, pero te invito a que pase en la sección oficial fuera de concurso y, además, te regalo un sello que podrás poner en el futuro en tus campañas de publicidad". Y el festival se infla de programar películas.

Todo esto hace inabarcable que las películas tengan el mismo trato, presencia, forma de publicitarlas y que se haga un buen uso del hecho de pasarlas por un determinado certamen.

Y no nos engañemos, las personas que entienden de festivales saben que el hecho de que un sello certifique que tal película pasó por Málaga, pero no en concurso, le da un valor equivalente a cero. El festival recibe "cantidad" pero no "calidad" a cambio de repartir sellitos. Inentendible. Los productores no demandamos esto. Y que además se cree un premio del público en esta sección devalúa el propio festival como repartidor de trofeos.

No quiero ni pensar qué ocurrirá pronto cuando estén inauguradas las dos salas mínimas ridículas del llamado Neoalbéniz, que se convertiránen la Nueva Casa de la Cultura del Alcalde. Edificio innecesario y aberrante, al que el propio director del festival ha sido incapaz de oponerse, aunque fuera por dignidad, por lo que le va a dejar en herencia a los ciudadanos de Málaga. Sino todo lo contrario: defendiéndolo como imprescindible para el futuro cultural de la ciudad y convirtiéndolo en una pequeña Torre del Puerto en calle Alcazabilla. Supongo que una vez inauguradas estas nuevas salas de proyección, la sección oficial del festival llegará al récord de cien películas.

Lo del "abrazo al cine iberoamericano" cada edición resulta más ridícula. Este año siete películas contra quince españolas, una clara inferioridad a las veintitrés posibles cinematografías. En realidad, fue un invento para unir dos secciones antiguas del festival en un solo jurado: concurso de cine español y territorio iberoamericano, pasándose a llamar: cine enespañol, perjudicando innecesariamente a un festival hermano y andaluz, Huelva.

Nadie se acuerda nunca de esa absurda doble Biznaga de Oro de la parte premiada de las películas iberoamericanas y es patética la atención y la abstención por parte de la crítica especializada a la sección de las películas de estos veintitrés posibles países. Miedo me da lo de la ampliación al mundo de las películas indígenas.

Debatiría hasta el infinito con la dirección del festival:

  1. Lo de la utilidad hacia el sector.
  2. Lo de hacia dónde va el sector.
  3. Lo del término «audiovisual». Las películas son películas, otra cosa son los audiovisuales.
  4. Lo de que «gracias a Málaga» se respeta el cine español.

Y es que, aunque en Málaga se insiste mucho y tanto en cómo se ven las cosas del cine español y se intentan justificar posiciones determinadas, en Madrid se ven las cosas de muy diferente manera.

Y Madrid, desgraciadamente, sigue siendo el centro de nuestro sector: para bien y para mal. Madrid es el comité central del cine español.

¡Que viva el cine español!

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