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Atascos, colas para poder comer en los bares y las calles abarrotadas. Cualquiera diría que se trata de una gran urbe en hora punta, pero es la imagen del progreso con la que han pasado a vivir los poco más de 300 habitantes de la pequeña localidad de Júzcar desde que sus casas fueron pintadas de azul para la promoción de la película Los Pitufos 3D. A pesar de los problemas de ciudad que ha traído la masiva llegada de visitantes, sus vecinos están encantados con la repercusión que está teniendo la iniciativa, hasta el punto de que el Ayuntamiento ha decidido que la medida de devolver el blanco a las paredes o permanecer como pueblo pitufo se tome en un referéndum oficial. Este hecho provocará que no pueda celebrarse hasta después de las elecciones nacionales. Por ello el azul de Júzcar se prolongará durante unos meses más de los inicialmente previstos, según confirmó ayer el alcalde, David Fernández. Eso sí, para principios de octubre se convocará una asamblea popular para informar de los cambios que se han introducido, ya que era finales de septiembre el plazo marcado para volver al blanco tradicional.
Cientos de visitantes de todo el país siguen llegando al municipio para pitufear, como han dejado escritos muchos de ellos en la denominada pitupared, que se ha quedado pequeña para dejar constancia de las visitas al pueblo. Hasta el punto de que los vecinos próximos a la misma han tenido que colocar carteles indicando que está prohibido pintar las fachadas de las viviendas porque muchos ya las han invadido con sus escritos. Todo ha superado las previsiones iniciales. Y ahora se pueden encontrar rincones pitufos en muchas partes del pueblo. Ha sido una artista local la encargada de realizar la decoración en las paredes. No falta ningún detalle. Casas seta, personajes pintados en las paredes o los pitufos que toman vida y de vez en cuando aparecen por alguna calle haciendo las delicias de grandes y pequeños, que no dudan un segundo en girar sus cámaras de fotografía y dejar constancia del encuentro con estos queridos personajes, aunque también los hay que prefieren retratarse con el temido Gargamel, que tampoco deja de rondar por las calles de Júzcar.
El principal foco de atracción es el mercado pitufo de la plaza del pueblo. Allí se puede encontrar casi cualquier tipo de recuerdo alusivo a los pitufos y de la estancia en este pueblecito serrano. Además, la junta de festejos está aprovechando la masiva afluencia para recaudar fondos e incluso la iglesia, abierta, recauda más limosnas.
A tal punto ha llegado el volumen de visitantes, que el Ayuntamiento ha tenido que pedir ayuda a las policías locales de otros municipios, para garantizar el normal funcionamiento de la localidad, al tratarse de una fecha muy compleja por el inicio de la recogida de castañas.
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