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Bomberos sacan agua y barro de una iglesia de Cártama anegada por la tromba de agua

No hay constancia de que se hayan registrado daños en las imágenes

Los vecinos de Cártama limpian sus casas y las calles tras el paso de la DANA, en imágenes

Bomberos baldean el interior de la iglesia / JAVIER ALBIÑANA

Después de la lluvia, queda el barro. Tras unas primeras horas en que la barriada de Doña Ana amanecía sumida en el lodo, los trabajos de vecinos y servicios de emergencias hacían que poco a poco fuera recobrando la normalidad. Primero, limpiando las vías del núcleo urbano y sus accesos y, después, asistiendo a los vecinos a sacar los enseres dañados al exterior. Pasadas las 14:00 buena parte de los trabajos se concentraban en las inmediaciones de la iglesia, donde en torno a una veintena de efectivos de Infoca baldeaba la vía y ultimaba los trabajos de limpieza en el interior. 

No obstante, aún queda un largo camino para los residentes, que llevan desde esta mañana gestionando las pérdidas con sus aseguradoras y el consorcio, además, temen que pueda seguir lloviendo en las próximas horas.

Cártama intenta así recuperar poco a poco la normalidad tras fuertes lluvias que se acumularon ayer en la provincia y que provocaron el desbordamiento del río Guadalhorce a su paso por el municipio. Los vecinos de la localidad siguen trabajando en las calles para restablecer, en la medida en la que se pueda, el orden en la zona.

Nada más enfilar la carretera que da acceso a Cártama el paisaje se transforma. No por el cielo que, aunque encapotado, casi amenazante, tan solo deja caer algunas gotas, sino por lo que hay en tierra firme. A ambos lados de la vía los daños de las fuertes lluvias que azotaron al Valle del Guadalhorce este martes, llegando a desbordar el río del mismo nombre a su paso por el término municipal, son más que patentes en las zonas cultivadas, con hectáreas de cítricos anegadas, en las que el agua estancada supera el metro de altura en algunos casos, cuando no tiene el fruto tirado directamente en aquellas fincas en las que sí se ve el suelo.

En la barriada de Doña Ana, situada al margen del cauce, donde los vecinos, muchos de los cuales poseen explotaciones de este tipo, han perdido buena parte de sus posesiones en cuestión de horas. A la llegada del despliegue de completo de Policía Local, Bomberos, Infoca, Protección Civil o Servicios Operativos, a eso de las 11:30, los residentes de este núcleo llevan puestos en pie horas con escobas y mangueras para el baldeo en ristre.

Los que han podido permanecer allí, porque otros tantos fueron desalojados ante la inminente situación de peligro. Muchos comparan lo sucedido con las inundaciones de 1989, que afectaron de forma racheada durante un mes, en las que el río se desbordó "unas nueve o diez veces", pero no por ello de forma menos virulenta hasta invadir las calles. Aunque la última vez que vivieron algo así fue en 2016. También reconocen con pesar que, si no se toman medidas para contener al río, no será la última. Lo que más lamentan, en conjunto, es que la administración no tome cartas en el asunto para realizar un dique de contención así como para limpiar el cauce, que se atora más pronto que tarde cuando llueve torrencialmente

"La primera que recuerdo fue en el 67", precisa Rafael Rebollo que precisamente por su dilatada experiencia en catástrofes de este tipo realizó una obra en su casa para elevar la entrada; de forma que el agua no acceda al interior. No es el único de la calle que tiene su vivienda así. Sea como sea, los efectos de esta DANA no han sido menos devastadores. También porque la previsión que barajaban no era tan extrema hasta que los hechos hicieron por precipitarse a partir de las 16:30.

A partir de entonces todo fue "barro y caos". No pocos residentes, comentan, lo han "perdido todo". Lo sabe de buena tinta Pepi Luque, que se encuentra sacando enseres de la casa de sus padres. "Ya hemos vivido otras riadas así y lo quitamos todo de forma preventiva, pero no pensábamos que esto llegaría a tanto", explica. A pesar de que cubrieron la puerta de entrada a su vivienda con unos rasillones fijados con mezcla "se ha inundado todo". 

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