Se busca casa barata y tranquila para regresar y vivir en el pueblo, en Málaga
Despoblación
Algunas familias ya han realizado el cambio y han dejado las grandes ciudades por pequeñas poblaciones
Vivir en una casita con porche para desayunar al aire libre, tener un pequeño huerto y estar cerca de montañas que recorrer era algo que a María y a Héctor le rondaba desde hace tiempo. El estado de alarma decretado el 14 de marzo por la pandemia les dejó sin margen de maniobra, así que en noviembre cuando la población tenía puestas las vistas en el puente de diciembre y en las Navidades, ellos se preparaban para la mudanza. La tercera ola que anunciaban les pillaría en el pueblo. Echaban el cierre a su pisito de la Alameda de Capuchinos, en uno de los barrios céntricos de Málaga.
Él llevaba meses parado preparando una oposición para la enseñanza pública, y sacando algún dinero con clases particulares. Sus alumnos accedieron a recibirlas de forma telemática. Ella, publicista, estaba amarrada al teléfono, al correo electrónico y alguna que otra visita presencial. Nada que desde Cómpeta no pudiese hacer.
Podría haber sido otro pueblo, pero en éste encontraron casas rurales a muy buen precio. Es uno de los destinos elegidos por los extranjeros que llegan a la Axarquía para pasar largas temporadas. Este año no los ha habido, así que los propietarios de estas viviendas rurales se han tenido que amoldar a la demanda y bajar los precios.
“Siempre hablábamos de lo que nos hubiese gustado pertenecer a un pueblo para reformar la casa de nuestros abuelos y vivir con más tranquilidad, pero no era el caso. Cuando avisaban de la tercera ola pensábamos que no podía volver a pasarnos, así que decidimos que era el momento de que nosotros tuviésemos un pueblo”, confiesa María.
En Iznate, un pueblo mucho más pequeño, con 867 habitantes, no han notado más población foránea pero su alcalde, Gregorio Campos (PSOE), sí reconoce también el lleno en las casas turísticas. Muchas ocupadas también para larga temporada.
La Viñuela es posiblemente el único municipio que no pierde habitantes desde hace dos décadas. Es más, aunque a cuenta gotas, va ganando población. De los 1.200 que tenía en el año 2000 ha cerrado el 2020 con 2.055 vecinos. “Lo que ahora hemos notado es que la gente prefiere quedarse aquí antes que desplazarse a Vélez-Málaga o llegar desde la capital. Es el caso por ejemplo de los maestros interinos. Antes, preferían quedarse en grandes ciudades y venir aquí sólo a trabajar. Ahora ya optan por residir en nuestro pueblo”, indica el alcalde, José Juan Jiménez (PSOE).
Además de la sensación de tranquilidad y el mayor contacto con la naturaleza, el precio del alquiler de la vivienda supone una razón de peso. Dependiendo del pueblo y del tamaño, puede estar entre los 200 y 400 euros.
En Alfarnatejo, con 364 habitantes, saben bien que la venta o alquiler de las viviendas con precios asequibles es un reclamo. Por eso, el Ayuntamiento, siguiendo la propuesta de Jubrique, ha creado un banco de viviendas. Su alcalde, Daniel Benítez (PSOE), explicó que con esta iniciativa pretende crear una base de datos que contemple un listado actualizado de las viviendas en alquiler –vacacional o de larga temporada– y de las construcciones o parcelas urbanas en venta del municipio.
“Sabemos que son muchas las personas que actualmente quieren dejar áreas urbanas y plantearse seriamente la posibilidad de trasladarse al medio rural”, manifestó el regidor quien tras poner en marcha esta iniciativa basada en la de Vente a vivir a un pueblo y El autobús de la repoblación de la Diputación de Málaga, han sido “numerosas las llamadas diarias procedentes de todo el mundo que hemos recibido interesándose porque querían mudarse a Alfarnatejo”.
“Uno de los principales objetivos que se pretenden es crear una herramienta parar luchar contra la despoblación del municipio, facilitando a las personas interesadas que contactan con el Ayuntamiento, el listado de viviendas que tenemos”, aclaró.
El documento que reunirá las casas en alquiler y a la venta en el pueblo “puede ser provechoso para los vecinos propietarios de inmuebles, que obtendrían beneficios económicos directos”. “También lo será para las personas que desean trasladarse a Alfarnatejo a residir ya que tendrían más facilidad para encontrar la vivienda que buscan, y también para el propio municipio, que podría ver cómo aumenta su población”, afirmó Benítez, quien ha dispuesto un correo electrónico para aquellos vecinos que dispongan de algún inmueble que deseen inscribir. Además de sus datos, deben facilitar la dirección de la vivienda, tamaño, el estado en que se encuentra y el precio que consideren.
Esta iniciativa para combatir la despoblación, ha sido muy bien acogida por los vecinos, para algunos, como han expresado por redes sociales “el mundo rural ofrece innumerables ventajas medioambientales, saludables y sociales”.
En El Borge también pusieron el año pasado en marcha un plan de viviendas. Un inventario en el que ya constan 80 inmuebles vacíos susceptibles de alquilar. “A través de un bando pusimos en conocimiento de los vecinos que todo aquel que tuviese una vivienda vacía lo comunicase al Ayuntamiento. A partir de aquí lo que queremos hacer es un convenio con los propietarios con una duración de cinco años”, explicó el alcalde, Raúl Vallejo.
“Las viviendas tienen que estar dignas para entrar a vivir, así que desde el Ayuntamiento damos facilidades a los propietarios. Nosotros las rehabilitamos, siempre y cuando sea rentable, y las gestionamos durante esos cinco años recuperando la inversión”, aclaró. “El precio de alquiler lo ponemos nosotros, no paga impuestos ni otros gastos de la vivienda y al final se encuentra con una vivienda rehabilitada”, continuó explicando.
El convenio también incluye la opción a compra. Ya tiene una decena de familias interesadas. Previamente, y para pagar esas obras de rehabilitación, el Consistorio ha hecho lo mismo con dos de las tres casa de maestros que tenían en propiedad. “Con el dinero de la venta pagaremos las otras actuaciones.
Nosotros no queremos nada, sólo que se queden en el pueblo. Éstas ya la hemos adjudicado a dos familias por concurso público”, señaló Vallejo, quien reconoció que al contrario de su generación, “ahora son muchas más las parejas que prefieren quedarse en el pueblo que vivir en Vélez o en la capital”. “La gente ahora quiere quedarse y nosotros le estamos dando la oportunidad”, añadió.
Mientras tanto en Atajate, la localidad más pequeña de la provincia con solo 176 habitantes, Álvaro y Mireya, dos profesionales del sector sanitario que trabajan en Marbella decidieron cambiar el pasado mes de septiembre la bulliciosa Costa del Sol por esta tranquila localidad de la Serranía de Ronda que es el único pueblo malagueño que todavía no registró todavía un caso de coronavirus.
Precisamente, el hecho de que su hijo pudiese tener más libertad y tener una continuidad en el colegio buscando huir del Covid-19 fue lo que les llevó a decidirse a cambiar su lugar de residencia, ya que hasta el momento la vivienda que compraron en este municipio hace tres años a modo de inversión tan solo la utilizaban para realizar escapadas los fines de semana.
Álvaro reconoce que llevaba tiempo pensando en la posibilidad de cambiar su residencia, aunque su pareja hasta ahora había sido reticente a afrontar un cambio tan importante y radical en su vida. “Al principio me costó, incluso he llorado en algún momento, aunque ahora estoy contenta”, afirma.
Y es que asegura que llegó a tener la sensación de sentirse encerrada en mitad de la libertad. Una sensación que poco a poco fue desapareciendo y ahora incluso se animó con las tradiciones locales como la realización de repostería tradicional o aprender a elaborar pacharán, entre otras muchas actividades que se mantienen en el municpio.
Además, aseguran que desde que llegaron a localidad los vecinos les han acogido como una familia más sin ningún tipo de distinción. “Ahora creo que tenemos hasta más vida social, solo hay que salir y te encuentras con todo el mundo, no hay que quedar”, asegura Álvaro, que se muestra partidario de establecer su residencia de forma definitiva en el municipio, aunque reconoce que la vida en Atajate también tiene sus limitaciones, ya que para realizar la compra tienen que salir fuera y para acudir al trabajo también tienen que asumir un viaje diario de casi una hora y media de camino. “Al principio cuando volvía del trabajo llegaba engarrotada de la carretera”, asegura Mireya, aunque ya dicen haberse hecho con el control de una vía en la que hay un importante número de curvas a lo largo del recorrido.
No obstante, aseguran que hasta el momento les compensa tener estos incovenientes a cambio de las ventajas que han obtenido. “Mi hijo y mis perros aquí son libres”, explica Mireya, y es que el pequeño de la familia tiene libertad absoluta para salir a jugar sin la necesidad de sentir el miedo que se puede tener a que le ocurra algo en una ciudad de gran tamaño. “Allí tenía que esperar a que pudiésemos ir alguno con él al parque, ni se me pasaba por la cabeza que pudiese salir solo”, afirma Álvaro.
De momento no piensan en volverse a Mijas, ciudad en la que poseen una vivienda en una de sus urbanizaciones, hasta el punto de que Álvaro sería partidario de vender aquella vivienda. Eso sí, Mireya todavía no llegó a ese nivel de convencimiento y prefiere conservarla para sus pequeñas escapadas urbanitas que hace cuando por su turno de trabajo porque prefiere dormir allí para no tener que hacer un viaje simplemente para dormir en Atajate y regresar a la mañana siguiente
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