Cártama sobrevuela un dron para inspeccionar las viviendas y zonas más dañadas por la riada

Las imágenes de la aeronave reflejan que el cauce "está casi llano y las riberas laterales al mismo nivel o incluso más alto"

"Ya no cabe agua en el río y, si se desborda, se lo lleva todo por delante", advierte el alcalde

Los efectos de la DANA en el Valle del Guadalhorce: 3.000 vecinos desalojados, otros tantos que se resisten

Imágenes del dron que sobrevuela Cártama para evaluar daños

En Cártama llueve sobre mojado. Mientras los vecinos todavía sacaban de sus casas enseres dañados que permanecían acumulados tras las inundaciones por la DANA que azotó el municipio hace dos semanas, ayer de nuevo saltaban las alarmas por un nuevo temporal que, otra vez, anegó viviendas. Ahora, como entonces, toca valorar daños. Y con esa pretensión, el alcalde, Jorge Gallardo, ha encargado que un dron sobrevuele la localidad para inspeccionar cuáles son los inmuebles más afectados y conocer qué zonas han resultado damnificadas.

La idea es que la aeronave avise desde el cielo de lo que ya no queda en la tierra después de esta última tromba de agua y también tras la tormenta anterior, de la que muchos residentes afectados aún se recomponen. Las primeras imágenes que ha recogido el dron arrojan datos preocupantes sobre la crecida del Guadalhorce. "Hay puntos en que el cauce está casi llano y las riveras laterales al mismo nivel o incluso más alto. Ya no cabe agua en el río y, si se desborda, se lo lleva todo por delante", apostilla el regidor.

Y tanto es así que este jueves hubo que activar la alerta por la crecida del Guadalhorce, de nivel amarillo. El río, que había subido dos metros y medio, tenía mal pronóstico. La previsión era incluso que se produjera una evolución al alza, pero todo ha quedado, en palabras del alcalde, "en una falsa alarma". El aviso se registró a las 10:42 de esta mañana. "El 112 me informó de que entrábamos en alerta amarilla por una crecida importante. Me llamó incluso el alcalde de Málaga minutos después", recuerda el máximo responsable del Ayuntamiento cartameño. Pero a las 11.47, la información actualizada sobre el nivel permitía conocer que el caudal ya se había estabizado "y que incluso empieza a bajar".

No se espera, a priori, que el umbral continúe aumentando. Su temor era que las fuertes lluvias provocaran los mismos daños que la DANA anterior. “Me temía que ocurriera lo mismo que el martes pasado en Álora”, manifiesta. 

El regreso de los desalojados podría demorarse: "Hay demasiada agua"

La situación, no obstante, sigue siendo compleja en el municipio. El regreso de los desalojados podría retrasarse porque los caminos, de nuevo, están “impracticables”. “Les va a costar trabajo volver porque está todo encharcado. Hay demasiada agua. Necesitamos un par de días hasta que vuelvan a entrar las máquinas para limpiar”, explica el alcalde. Pide “precaución”. Y a renglón seguido insiste en la necesidad de limpiar el río, "desde Álora hasta su desembocadura". Mientras no se haga, a su juicio, “esto no va a cambiar”. 

Durante la jornada de ayer, vecinos, ante el temor de una hipotética crecida por las fuertes lluvias, tapiaron las puertas de sus viviendas para evitar inundaciones. Hace dos semanas que muchos residentes de la ribera del Guadalhorce perdieron prácticamente todo. Los más afectados, los que vivían próximo al cauce en Álora y Cártama.

La noche del martes, con el decreto de la alerta roja por riesgo de inundaciones, casi 3.000 vecinos de esta comarca tuvieron que ser desalojados. Otros, a pesar de las recomendaciones, se atrincheraron en sus domicilios, tapiados con rasillas y yesos, para intentar "salvar" lo máximo posible y sacar agua si se llegaba a colar en su interior.

En una casa mata de la pequeña barriada de Doña Ana, Paqui asomaba ayer su cabeza por el hueco que había dejado en el improvisado dique de contención que ha construido en la entrada de la vivienda. Confía en que aguante. El paso de la anterior gota fría la dejó "con lo puesto". A pesar de la ayuda de los voluntarios, explicaba que aún continuaba limpiando barrio del interior. “Ya he perdido toda mi ropa y electrodomésticos. ¿Qué más?”. 

Lo "más urgente" para evitar una catástrofe mayor, explicaba otra familia de la zona, es que las administraciones lleven a cabo “una caja grande al río” o un “dique de contención” que frene la fuerza del agua. Y, sobre todo, limpien de manera periódica el cauce, que se atora con cañas, ramas y hasta árboles. "Hemos vivido aquí toda la vida, siempre reclamamos lo mismo y cada vez hay más suciedad", lamentaban.

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