Cinco décadas enseñando en sueco

Colegio sueco Svenka Skolan en Fuengirola

El colegio Svenka Skolan, el centro extranjero más antiguo de la costa, cumple 50 años desde su fundación

Per Hvid-Hansen y Elvira Herrador.
Per Hvid-Hansen y Elvira Herrador.
Elisa Moreno

27 de octubre 2019 - 08:13

Fuengirola/A día de hoy es uno de los centros privados más grandes de estas características situado fuera de Suecia, fundado hace ya cinco décadas. La Svenka Skolan fue el primer centro educativo extranjero creado en la Costa del Sol puesto en marcha en 1969 por dos mujeres suecas, Anne Palmers y Asa Hvid-Hansen, residentes en Fuengirola. Ambas tenían hijos en edad escolar y no querían que estos perdieran las costumbres y el idioma de su país de origen, por lo que buscaron una alternativa al sistema educativo español de aquella época apoyados por el estado sueco. Juntas lograron reunir a los 12 alumnos necesarios para iniciar el plan de estudios en Villa Colin, un chalet situado en la antigua carretera de Cádiz, la actual avenida Ramón y Cajal. Pero no tardaron en crecer y tres años más tarde se mudaron a un edificio más grande en Los Boliches. Por aquel entonces los alumnos no residían únicamente en Fuengirola, sino que estos procedían de toda la costa, desde Málaga hasta Estepona.

En la actualidad, en cambio, suman un total de 291 alumnos, residentes en su gran mayoría en Mijas y Fuengirola, donde se ha concentrado una importante colonia sueca, si bien Marbella cuenta con su propio colegio sueco para alumnos de primer ciclo. “Cuando yo iba al colegio las colonias suecas o extranjeras eran más pequeñas, por lo que creo que nos integrábamos más fácil. Hoy en día un residente sueco puede vivir años en la costa hablando en su idioma materno, comprando comida sueca, yendo a peluquerías y empresas suecas, y estudiando en el colegio sueco, con lo que no se integra tan fácilmente en la sociedad”, asegura Per Hvid-Hansen, director general de la escuela, antiguo alumno e hijo de una de las fundadoras.

Se define a sí mismo como “vikingo-boquerón” pues aunque de padres suecos se ha criado en Fuengirola, donde reside actualmente. “Probablemente un niño que estudió aquí cinco años en los 70 hable bastante español fluido para toda la vida, pero eso no depende tanto del colegio sino del contexto de la época”, apuntó, tras lo que añadió que “recuerdo que cuando iba al colegio los que habíamos vivido aquí toda la infancia hablábamos mejor español que el profesor de turno que era sueco, y para él era una molestia que le estuviéramos corrigiendo todo el rato, con lo que nos bajábamos a jugar al baloncesto mientras daban clase de español”.

Parte de ese trabajo de integración le corresponde a Elvira Herrero, directora técnica y profesora de español desde 1991, cuando la dirección del centro le encargó la homologación por parte del Ministerio de Educación de España, lo que implicaba la enseñanza del español de manera académica. “Mi conclusión es que los alumnos aprenden mejor el idioma si los motivas en la parte cultural; si solo te dedicas a enseñarle la gramática, los verbos y la lengua pierden el interés”, asegura. En este sentido, explica que “los alumnos quieren vivir una experiencia y lo que les llama la atención es estar en contacto con otros jóvenes, ir a la feria, aprender a bailar una sevillana, y por eso empezamos con las clases de cultura y con los viajes culturales, lo que facilita no solo la enseñanza del idioma sino también la integración del alumno en la sociedad en la que vive”. No obstante, subraya en que “no podemos bajar la guardia”, ni entre los propios profesores ni en los alumnos, para que no se formen “guetos”.

Para Herrador no existen grandes diferencias entre el sistema educativo sueco y el español, aunque critica que, bajo su punto de vista, en España “se obliga mucho al alumno a memorizar desde pequeñitos y les mandan muchos deberes”, mientras que en la educación sueca “los primeros años son más relajados y los alumnos vienen más contentos al colegio. Al final no están tan quemados como se puede sentir un estudiante español”. Tampoco hay notas ni exámenes hasta la secundaria, de forma que los alumnos no compitan entre ellos. En esta misma línea se manifiesta Hvid-Hansen, quien añade que “el colegio sueco hace más hincapié en enseñar a aprender, a estudiar y a cuestionar, y menos a memorizar”.

Por último, una vez finalizan el bachillerato en el colegio sueco de Fuengirola muchos deciden continuar sus estudios en Suecia. Sin embargo, a la mayoría de los que han vivido muchos años en la costa les cuesta integrarse de nuevo fuera de ella, por lo que cada vez más estudiantes deciden finalizar sus estudios superiores o acceder al mundo laboral en España.

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